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Título: El caballero Tetrapaq
Editorial: Altazor, 2013
Autor: Jorge Ureta

Hay temas por resolver en la vida si se quiere morir. Gary lo asimiló bien. Por eso, ha elaborado una lista de cosas que le gustaría resolver antes de dar un paso al costado y renunciar, definitivamente, a los años que le quedan. El Caballero Tetrapaq supera con esfuerzos la valla de sus propias expectativas y brinda una radiografía interesante de la ciudad y sus personajes , cada vez más disparatados y envueltos siempre en brutalidad, enojo y desencanto

Por:

Gianfranco Hereña

Hay diez cosas que Gary debe hacer antes de suicidarse. Más que buscar una desaparición, lo que el protagonista busca son revanchas, trazar una línea paralela a la vida que le tocó vivir y reparar fisuras dentro de su propio pasado. Gary quiere, en las 94 hojas que tiene el libro, convencernos que es capaz de ser un personaje entrañable y dejar huella en el lector.

Esa premisa queda clara desde la primera línea: «Mientras arrojaba el periódico alrededor de la sala, Gary se daba cuenta de que el cadáver empezaba a oler mal». Sin embargo, y pese a los esfuerzo de Ureta, el impacto de esas primeras líneas se desvanece poco a poco. Quemar el edificio es el nombre del primer cuento y me atrevería a señalar que de toda su alocada lista,  es el que tiene bases más sólidas como para sostenerse a lo largo de la narración.

El resto de cuentos solo transcurren. Las acciones pasan, muchas veces sin mayor profundidad, pero logrando pequeños sobresaltos gracias a frases muy bien construidas. Esas imágenes son las que terminan aliviando un poco la carencia. Cito un ejemplo.

 

El bramido del mar envolvía el auto, embestía las peñas tratando de escapar, y al no poder, escupía sobre la costa la espuma de sus aguas. Aquella playa con olor a pescado, con el Cristo Redentor observando inmutable sobre el morro, abría sus brazos a esas olas que se desplomaban, para él, a lo lejos. (Pg 36)

Por momentos (y señalada en cursiva) aparece una segunda voz que se alterna al relato. Ese tono de autoculpa y observación interna es el que termina siendo muy superior a la narración señalada líneas más arriba.

Observas el fuego de la mecha y el golpeteo en tu pecho te estremece a medida que la flama crece. En serio has comenzado. Te das cuenta de que no es solo a ti a quien vas a lastimar sino a todos, todos ellos. Bajas la cabeza y tus manos tiemblan ¿Qué hiciste? Quieres apagarlo mientras las primeras gotas de cera recorren el papel higiénico. No, no puedes permitirte flaquear ahora. El olor a humo te despierta ¡Muévete!, piensas. Es real.  (pg 13)

Sin embargo, la sensación que gobierna es la de querer saber un poco más y trascender la piel de Gary. Quizá con esta fórmula la novela hubiese sido mucho más contundente. Esto, por supuesto, no le resta méritos. La prosa puede llegar a ser envolvente y si se toma distancia, es una buena lectura a primera impresión. Para ser la primera novela del autor queda un balance positivo. La brutalidad está presente página a página y aunque ésta, muchas veces no logre justificarse, atrapa por ser una radiografía del retuerzo mental pintado como corriente.

Gary logra ser bastante cotidiano y ahí encuentra, quizás, el punto de equilibrio para sostenerse a lo largo de la novela.

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