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Vuelve a FIL y sus eventos son tantos que apenas puede darse veinte minutos para conversar. Francisco Ángeles viene, entre otras cosas, a presentar una antología de autores latinoamericanos que lleva por título «Casa de locos». Sobre eso y su retorno a Lima decidimos conversar.

 

Por:

Gianfranco Hereña

Hacía mucho tiempo que no estabas en la FIL y de pronto te vemos reaparecer con muchisimos eventos y actividades ¿Cómo haces para sobrellevar eso?

No me cuesta nada porque me gusta y porque tengo una gran capacidad de trabajo, aunque prefiero aparentar lo contrario, sobre todo en Estados Unidos, donde me gusta que parezca que improviso y soy informal, pero en realidad todo está planificado y muy bien chambeado.

Cuando reseñé Austin Texas, tu novela, mencioné que se trataba de una trama donde el pasado del personaje del padre había quedado no resuelto ¿qué tanto peso tienen los recuerdos para afectarnos en el presente?

En la novela, mucho. Pero cambiaría la palabra «recuerdos», que sirve para marcar un límite, un corte, entre el «pasado» y el «presente», dos categorías claramente artificiales, ya que si lo que se supone es «pasado» todavía afecta en realidad no es un legítimo «pasado», es parte de la misma continuidad.

Estoy por presentar «Casa de locos», una antología de narradores que hacen un doctorado en EEUU y en la que tú también estás incluido ¿El ambiente universitario estimula o , por el contrario, convierte a los narradores en seres cada vez más teóricos, haciéndoles perder un poco su «sensibilidad»?

Depende de cada caso. En el mío, la academia, el doctorado, el ambiente universitario norteamericano me reconectó con la ficción. Y no porque motive a la escritura de ficción, que de hecho es al contrario, sino por dos cosas elementales: uno, la academia me mantiene en estado permanente de lectura, escritura y reflexión, con lo que ando todo el tiempo como en ebullición de ideas y disposición para escribir; dos, porque las ideas «teóricas» complejas, sobre todo cuando se vuelven más abstractas (y para mí, más apasionantes), requieren de mucho trabajo verbal para ser expresadas de la manera más sencilla posible, sin que eso signifique ceder a la simplificación. Finalmente, creo que antes, cuando no vivía en la academia, mi literatura (como mi primera novela) era más «intelectual». Puede parecer paradójico, pero es al contrario: al pasar a vivir en un ambiente súper intelectualizado, como que sentí ese lado cubierto y necesitaba más bien expresarme emocionalmente. Por eso creo que volverme «académico» me salvó como escritor de ficción….

Jennifer y tú llevan bastante tiempo juntos. Vemos que comparten las mismas aficiones. A estas alturas de tu vida ¿Te animarías a atacar la idea cliche de «polos opuestos se atraen»?

Me gusta atacar todos los clichés, en realidad, y la literatura tiene muchos. Demasiados. Me da flojera enumerarlos. Todos los sabemos, solo que muchos no se dan cuenta que son clichés y piensan que son opiniones. Sobre lo de opuestos que se atraen, pues a cada uno le resulta lo que le resulta y al revés, pero al menos en mi caso, no veo cómo podría con una chica «opuesta» a mí, aunque tampoco tengo muy claro qué significa eso. Opuesta en qué? Como la canción de Arjona: yo trovador y tú estudiante de economía, tú con los números y yo con la filosofía. En ese caso, por ejemplo, podría ocurrir esa circunstancia, que hay actividades profesionales o laborales opuestos, pero quizá comparten el mismo estad de ánimo (un par de melancólicos o un par de almas de la fiesta, por decir los dos estereotipos opuestos).Pero yo creo que sería al revés que en Arjona: que las personalidades pueden ser opuestas, pero las actividades o intereses parecidas y así va bien. Pero no hay reglas, obviamente. Solo sé que yo difícilmente podría estar con alguien a quien no le interese un pito la literatura o al menos el arte o la cultura en general. Tampoco con alguien demasiado feliz, si es que eso existe, o demasiado cómoda con el mundo en el que vive.

Si hoy se te diera la chance de vivir nuevamente en Lima ¿Qué te gustaría hacer? ¿Has tenido un viejo anhelo no realizado que te gustaría cumplir?

Bueno, la chance siempre está, ya que esta es la ciudad donde viví la mayor parte de mi vida, donde tengo amigos y familia, donde conozco mucha gente. Pero a mí me gusta la vida universitaria norteamericana, así que no es algo que piense hacer en el corto plazo, al menos. ¿Qué me gustaría hacer o algún viejo anhelo? No sé. Antes me interesaba la política y la televisión. Supongo que algo por ahí. Pero no lo he pensado hace mucho tiempo ni es algo que ahora mismo me preocupe. Solo tengo claro que no regresaría para ser profesor. Si es para lo mismo, prefiero hacerlo allá.

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