He seguido de cerca algunos de los tantos pasos narrativos de Jorge Eduardo Benavides. Allá por el 2015 me topé con «La paz de los vencidos», novela que abordaba la inmigración como una forma de establecerse en un lugar nuevo. La paz de los vencidos aludía justamente a la calma aparente que sobreviene tras una lucha intensa con el destino. Luego, en otra etapa, me hallé frente a «Un milón de soles»,  cuyos trazos me forjaron un terrible deja vu hacia los relatos de Vargas Llosa o Fuentes, una novela total, cuyo trasfondo era el de denunciar a una dictadura en declive y las negociaciones vampíricas de ese entorno gubernamental. No fue sino hasta hace unas semanas que llegó a mis manos «El asesinato de Laura Olivo», una novela en la que el autor retoma algunos de los tópicos mencionados anteriormente; la soledad del protagonista (el detective Larrazábal) y una estructura ambiciosa, con saltos de tiempo y constantes cambios de voz. Larrazábal, afincado en Madrid, debe sobrellevar un pasado gris en una ciudad donde trabaja únicamente para sobrevivir. Se topa con el caso de Laura Olivo y el lado oscuro de las editoriales, un tema poco abordado en novelas contemporáneas. Para mí, es en este punto donde Benavides encuentra su mayor fortaleza. Convierte al círculo de quienes publican en algo interesante gracias a una destreza adquirida inevitablemente por su experiencia.  Aprovechando su estadía en Lima para presentar dicha novela, lo sometimos a #Las5cortas de El buen librero.

 

Por:

Gianfranco Hereña

En «Un millón de Soles» y en esta novela (El asesinato de Laura Olivo) percibo bastantes préstamos del Boom Latinoamericano en cuanto a técnicas para narrar. Sin embargo, percibo que en otras novelas también utilizas otros registros narrativos. ¿Cómo planteas el estilo de escritura de una novela? 

Cada novela es siempre diferente en cuento a estilo y también en cuanto a estructura. Yo soy un escritor que presta mucha atención a las formas y que reflexiona mucho sobre el oficio, no en vano me dedico a asesorar proyectos novelísticos de otros autores. Eso hace que mis novelas sean largamente planificadas para que la creatividad funcione sin desmayos y de la mejor manera posible. Elegir el punto de vista, la extensión capitular, los cambios de enfoque y muchas veces el lenguaje son cuestiones que trabajo previamente.

¿Es un proceso previo o que se da dentro de la misma construcción narrativa?

Naturalmente, dicho así, parece que todo fuera muy frío y cerebral, pero lo cierto es que esto que digo son en el mejor de los casos lineamientos muy generales y en el peor incumplidas declaraciones de intenciones. Porque escribir ficción tiene también un componente intuitivo que el narrador debe saber cuándo seguir y cuándo sofocar. Es, como se ha dicho en muchas ocasiones, como el trabajo de un cocinero.

Hay datos que se manejan eficientemente sobre el lado más nefasto del mundo editorial. Sin embargo, mencionas en una entrevista que se trata de un circuito poco conocido para la gente de a pie ¿Cómo concebiste entonces hacer atractivo un mundo cuyo nicho es tan específico?

En realidad todo estaba allí, dándome vueltas desde hace mucho, desde que escribí «Un asunto sentimental», quizás, donde ya aparecería Laura Olivo y su autor estrella, Albert Cremades. Ya desde esa novela me di cuenta de la mucha diferencia que hay entre la idea que tiene un lector o alguien ajeno al mundo literario, y lo que ocurre realmente. Es un mundo de muchos egos y de fragilidades, de relaciones sujetas a muchos vaivenes emocionales y también a grandes decepciones, de manera que hay muchos elementos interesantes para novelar y acercar así al lector a la parte menos conocida de este oficio.

Larrazábal es un detective en condición de inmigrante. Básicamente, trabaja para sobrevivir pese a tener un pasado del cual prácticamente ha huido. Me resulta difícil no relacionarlo con el personaje de «La paz de los vencidos», cuya similitud radica justamente en aparecer en una realidad distinta tratando de dejar su propia historia ¿Sientes tener una predilección por este tipo de personajes?

La verdad, no lo había visto así pero tienes razón en que son personajes con ciertas semejanzas. No solo porque ambos son inmigrantes y por lo tanto sujetos vulnerables, sino porque los dos viven en la contradicción permanente del desarraigo y cierta soledad que lastra sus vidas. Ambos, como señalas, también han huido de manera bastante radical de su vida anterior. Pero en el fondo, la inmigración es la cartografía social y psicológica de una huida. Solo basta escarbar un poco para ver esa vulnerabildad que habitan los inmigrantes.

Hay un afán muy cosmopolita dentro de la novela. Confluyen personajes de distintas nacionalidades en una España que pese a haber sufrido una severa crisis económica sigue significando el punto de encuentro para personas de distintas latitudes. Como alguien que vive ahí ¿A qué crees que se deba?

En este caso concreto se debe a que la configuración social de España ha ido cambiando en las últimas décadas y si bien los españoles están desde mucho tiempo atrás acostumbrados a los extranjeros porque tienen una industria turística muy poderosa, en estos últimos tiempos viven un vertiginoso proceso de inmigración que ha ido cambiando el rostro del país. Es un proceso de mestizaje e integración –hasta el momento bastante afortunado, con todos sus bemoles—que incorpora a hispanoamericanos, europeos del Este, magrebíes y subsaharianos y también a chinos. En ese contexto, y siendo Larrazábal un inmigrante, es bastante lógico que se mezcle en ese territorio poroso y dúctil que es el de la sociedad multicultural.

Foto destacada de: Elcomercio.pe

Lee un fragmento de «El asesinato de Laura Olivo» aquí (Vía: El dominical) – https://elcomercio.pe/eldominical/adelanto-de-ficcion/ficcion-asesinato-laura-olivo-jorge-eduardo-benavides-noticia-518547

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