rafaelrobles
Título: Aquí murió el payaso
Autor: Rafael Robles Olivos
Editorial: Estruendomudo, 2008
Fresco y atrevido, con una voz tan personal que sus derrotas nos dolerán como propias. «Aquí murió el payaso» es apenas un muestrario del fascinante y complicado mundo de un atormentado poeta que, página a página, se ríe sin disfuerzos de su pasado amoroso. Robles consigue meternos en la piel de un poemario que sangra a carcajadas necias.

 
 
 

Por:

Gianfranco Hereña
 

(Discurso de cantina a las tres de la mañana)

Te voy a robar de tu casa como hizo tu padre con tu madre. Subiremos a los trenes y nadie nos atrapará. No preguntes cómo. Pero no pasará nada malo en ese viaje. Importa poco si no hay tiempo de preparar las maletas. Importa poco si no les dimos un beso a los abuelos . Vas a escaparte conmigo está noche. Es todo lo que haremos. Vamos a alejarnos de esto. Escaparnos una sola noche. Sólo tomará una noche. Y luego volver.

Es algo que los japoneses nunca entenderán.

(Instrucciones para que me creas cuando te juro que soy escritor)

Primero tienes que saber que no todos estamos tristes, ni compramos ropa en el siglo diecinueve. Que no todos tomamos los domingos con amigos inconformes y mujeres feas, que no todos vamos por el mundo con un libro bajo el brazo y la mochila vacía. Es difícil, yo sé. Pero tienes que entender que no todos parecemos escritores, hasta que escribimos. Como no todos los caníbales parecen caníbales, hasta que descubres lo que esconden en la congeladora.

«Aquí murió el payaso» juega o, al menos trata, de incluir un elemento en común. La imagen capturada, como una fotografía, es un recurso que aparece casi siempre en los poemas, muy sutilmente en algunos, como el poema «Primer intento» o «Fotografía» (valga la redundancia).  También en otros, ya más evidente, como «Hipocondria».

Esto es solo la primera parte, ya que la segunda (El plástico de los edificios) contiene poemas de raigambre más familiar.
 

Bodas de nada

Mi madre paga la luz.Mi padre paga el agua.
No siempre fue así.
Cuando mi madre se encargaba del aguame 
decía que saliera pronto de la ducha.
Cuando mi padre pagaba la luz
no le importaba que tuviera miedo a los fantasmas.
Ahora todo ha cambiado:Mi padre deja el televisor prendido.
Mi madre los caños abiertos.
Supongo que mi padre morirá electrocutado
y que mi madre se ahogará de pena
cuando termine de quedarse sola.

 
Es un libro pequeño, pero cumple con la función de desatar tormentas interiores con la sutileza que exige la poesía. Estamos ante un autor que, desde mi modesto punto de vista, demuestra bastante madurez y que ojalá en algún futuro no tan lejano siga regalándonos versos tan bien logrados.
 
 
 

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