(ENTREVISTA) Sagrado ha sido su más reciente publicación. Desde los Estados Unidos, país donde reside desde hace ya un buen tiempo, Roger Santivañez nos responde a Las 5 cortas.

Por:

Gianfranco Hereña

Al inicio de Sagrado cuentas un poco la forma en la que empezaste a escribir poesía. Ahí narras el percance que tuviste con una chica en tu Piura natal, así como el nacimiento de «Mundo», tu primer poemario, al que calificas como una especie de cura contra la soledad. A este tiempo, y con mucho más oficio, ¿Sientes la poesía nace justamente del desencuentro? ¿Cuál ha sido la raíz que te ha llevado a continuar a lo largo de todo este tiempo?

Claro, la poesía nace de un desencuentro siempre. Es decir, todo poeta o artista es un ser desajustado con el mundo: si no fuera así no tendrías la necesidad de cuestionar la vida y el mundo que es la entraña propia de la creación. El arte es por definición subversivo en este sentido. El primer relumbrón que tuve respecto a esto fue -efectívamente- cuando estaba en una aburrida clase de cuarto de media en mi colegio en Piura en un tiempo (1971) que ya no existe. Me sentí tan bien al escribir aquel poema “Mundo” que dije: esto es lo mío. Y desde allí no he parado hasta ahorita.

Los poemarios que has publicado responden a registros diferentes y a épocas distintas, siendo desde 2007 hasta ahora, el período en el que más has producido ¿Cómo lidiar el espacio entre cada publicación sin que eso afecte la sensibilidad a la hora de escribir?

Bueno, yo -en realidad- cada libro mío lo empiezo como si fuera el primer libro que escribo. De modo que el intervalo entre cada uno de ellos no afecta en nada cada proceso de escritura y composición. O sea, yo me quedo vacío y laxo después de terminar cada libro. Y luego -cuando siento la necesidad de proseguir- arranco otra experiencia con la palabra y el sonido que son las bases de mi poesía. Es verdad que -desde ese período que tú mencionas- he sido -como se dice- más prolífico. Pero eso simplemente lo atribuyo a la solitaria vida que llevo aquí en los Estados Unidos. Es decir, aquí no estoy en el frenesí del tráfago urbano de la ciudad de Lima (que yo viví salvaje y radicalmente). Mi vida aquí se circunscribe a una cotidiana práctica de mi casa a la Universidad y viceversa. No hay más. Así que dispongo el tiempo para crear y contemplar; éso es lo que hago a diario caminando a las orillas del río Cooper que discurre a dos cuadras de mi casa en la quietud de mi barrio en Collignswood.

(…) Todo poeta o artista es un ser desajustado con el mundo: si no fuera así no tendrías la necesidad de cuestionar la vida y el mundo que es la entraña propia de la creación.

La poesía constantemente evoluciona, pero al igual que la narrativa, toma préstamos otros autores en materia de estilo. El haber fundado el Movimiento Kloaka marcó a una generación. Hoy en día ¿Has podido percibir sus influencias en algunos poetas jóvenes?

Eso es difícil de precisarlo para mí. Tendría que investigar y explorar detenidamente la poesía de los jóvenes. Y esto no es fácil viviendo acá. Lo que he notado -en ciertos grupos que he tenido la oportunidad de conocer en mis cortas visitas anuales recientes o individualidades que me han escrito por Internet- es una suerte de simpatía hacia lo que fue -o quiso ser- ese estado de revuelta poética llamado Movimiento Kloaka a comienzos de los 80’s en el Perú.  Aunque a veces encuentras -esto en Facebook hace poco- no sé quién comentó que aquello eran “poses malditas” y “radicalidades traicionadas”. Puedes ver que hay de todo, como en botica.

Victor Vich menciona que «Sagrado», la reunión de tu poesía entre 2004 y 2014, es una manera de irrumpir dentro un contexto donde todo parece perdido. En sí misma, parece una definición certera de lo que entendemos por poesía, una dosis justa pero necesaria de alivio ¿Cómo lo definirías tú?

Definitivamente la poesía es un alivio. Siempre recuerdo a Lucho Hernández cuando dijo: Poesía es evitar el dolor. La poesía siempre irrumpe frente a lo que está perdido, sencillamente porque la vida humana es una experiencia perdida; es decir, se pierde de todas maneras y -de cualquier modo- es tambien una perdición. Entonces -en medio de ese caos- la poesía nos salva: nos pone en contacto con la verdadera vida -como dijo Rimbaud- que está en otra parte. No sé dónde, pero no acá. Y allí radica su grande misterio y belleza.

Da la impresión de que manejas el lenguaje con bastante libertad. Para ti ¿La poesía no tiene límites? 

No, la poesía no tiene límites. Otra vez Hernandez: En la poesía no hay orden ni desorden. La poesía es el espacio y reino de la libertad absoluta. Para mí es clave el uso del lenguaje con todo el libre albedrío posible; es el signo esencial de la creación. En poesía tú puedes escribir como te de la gana, siempre y cuando escribas poesía. Y ¿Qué es poesía? cabría entonces preguntarnos. Me gusta esto de Pound: Poesía es lenguaje intensificado de sentido. O lo que le dijo el ancestral y romántico Becquer a su chica: “¿Qué es poesia? /¿Y tú me lo preguntas? / Poesía eres tú.”.  Para qué más.

* «La Kloakada. Neovanguardia latinoamericana de los 80s» del Proff. español Enric Mallorqui-Ruscalleda, se puede encontrar en la librería Inestable, ubicada en la Calle Porta. 

*Foto tomada de: Perú.21

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