(POESÍA) Tres poemas de Becky Urbina.
Licencia postnatal
Y tuve que decidir, llegado el momento,
entre quedarme para cambiarte los pañales
o trabajar para poder comprarlos
Conoces bien el desenlace
Escapo a puntillas de nuestra habitación
luego de despojarte dormido de mi pecho
Al traspasar la puerta, oigo de lejos tu llanto
me muerdo los labios / me pellizco las muñecas
Afuera siempre es invierno
Arrastrando mis pasos me incorporo
a la gran máquina económica activa
Soy una tuerca girando al ritmo del eco
de sus zapatos taco cinco recién lustrados
El timbre de la tarde me devuelve a casa
con una bolsa de pañales en la mano
Tu risa tras la puerta quiebra
el metal nuestro de cada día.
(Inédito)
Ronroneo
Nada me enternece más que observarte desde mi balcón.
Eres un animalito tan curioso.
Puedes caminar en dos patas con destreza
pero te cuesta tanto caer de pie.
Como todo animal de costumbres,
recuerdas el camino de regreso a casa
y cada noche te veo volver.
Más de una vez pude oler tu temor
cuando me miraste directo a los ojos.
Pobrecillo, tan frágil e indefenso.
Tan necesitado de cariño y de calor.
Guardo mis distancias para no asustarte
y cuando quedas dormido abrazando una almohada,
yo salgo a conquistar la noche en los tejados.
Descansa tus ocho horas, hombrecito,
mañana podrás seguirme adorando.
(De: Camping en el país de las maravillas)
Nacimiento de Vicente
(A la manera de Cisneros)
“Y naciste mi dama.
Y yo tu caballero.”
Antonio Cisneros
Caminé despacio, panza prominente,
diluyendo la neblina de julio con mis bochornos,
contraída de júbilo y desconcierto,
hasta abordar ese taxi espacioso
como el maletín que casi olvido.
Cuarenta y un semanas de adviento en mi vientre
y no te dabas por aludido para salir de ahí.
La espera debía culminar,
dijo el aparato de sonido punzante.
Anestesiada e incrédula, yo era el baúl,
y frente a mí cinco ángeles piratas
te arrancaron de mi vientre para ponerte en mis brazos.
Todo el gris de Lima se hizo color.
Y naciste, mi pequeño.
Y yo tu refugio.
Bonus track:
Turbulencias
Tengo ocho años y un soplo al corazón.
Nos lo dijo el doctor de bigotes antes del viaje a Cusco.
Yo lo sabía hace tiempo, pero nunca dije nada.
La primera vez que lo sentí tenía cinco años
Mamá metió mis juguetes en cajas
«dale un beso a tu papá»
Besé su cachete mojado y sentí el aire frío
en la garganta en el corazón en la barriga.
En el taxi volvió el soplido: «tu papá ya no te quiere»
Yo empecé a golpearlo con mi puño para que se calle
Un domingo en casa de papá vi a una señora de pelo teñido
y sentí como si una corriente helada
me estuviera arrancando el corazón.
Felizmente no lo logró, no sé dónde conseguiría otro.
Algunas noches en el camarote el corazón empieza a silbarme.
Yo lo sobo suavecito para que no despierte a mamá.
Mis padres dicen que los problemas son cosas de grandes;
Yo creo que son como soplos al corazón.
(De: Camping en el país de las maravillas)
Sobre la autora:
Becky Urbina (Lima, 1983)
Poeta y gestora cultural. Vive y muere por su hijo Vicente, de dos años, su mejor poema. Participó en talleres de poesía dirigidos por Carmen Ollé, Miguel Ildefonso y Victoria Guerrero. El 2014 obtuvo el Premio Scriptura, por el cual fue publicado su poemario «Camping en el país de las maravillas», con el cual obtuvo también el Premio Luces del Diario El Comercio en la categoría Poesía. Actualmente realiza actividades de Gestión Cultural, dirige el portal de difusión literaria «La vida es cierta», cuenta cuentos a diario y trabaja en un poemario que girará en torno a la maternidad, tal como ahora su vida.