El timbre ha vuelto a sonar. Con él, cientos y acaso miles de escolares vuelven a las aulas. La difícil tarea de formar lectores desde éste ámbito sigue en pie. Ante ello, quisimos conversar con Irina Burgos, docente y crítica de literatura infantil y juvenil.

Por:

Gianfranco Hereña

Mañana empiezan las clases en varios colegios a nivel nacional. En muchos casos ha sido un dolor de cabeza para los padres de familia conseguir los libros relacionados al Plan Lector. Si bien, el Plan Lector es a veces el único medio para que los chicos lleguen a los libros, queda la sensación de que aún falta mucho para lograr el objetivo de formar lectores desde la escuela ¿Cuál es tu postura al respecto?

Me parece muy acertado, en este caso, la palabra sensación porque hasta ahora no hay data que nos permita constatar el estado de la cuestión. Desde esa misma sensación y, según mi experiencia de trabajo con docentes, puedo decir que la relación entre literatura, lector y escuela, en su mayoría, es tirante porque en este espacio se suele escolarizar la lectura de una obra literaria, se piensa en esta como un depósito de moral donde se busca obtener una enseñanza explícita y se censuran a aquellas que, desde ese discurso, representan un “mal ejemplo” para el lector. Entonces, hay una suerte de vaciamiento estético que mata la multiplicidad de sentidos que un lector pueda encontrar y, con ello, la posibilidad de formar lectores. De hecho que hay escuelas que sí apuestan por tener una selección de obras desde parámetros literarios y acompañar al lector en su travesía, pero no es el común denominador. Por cierto, no solo hay que considerar obras literarias en un plan de lectura. Urge desescolarizar la literatura y apostar, sobre todo, por las bibliotecas públicas que le garanticen a los lectores ese espacio de libertad que necesitan para ejercer como tales.

Hoy en día el mercado editorial suele ponerle la puntería a muchísimos autores de literatura infantil y juvenil. Sin embargo, dentro algunos circuitos, percibo que aún existe cierto prejuicio. Quiero decir, se habla de ambos (aunque no explícitamente) como un género menor ¿Has sentido lo mismo alguna vez?

Sí y es recurrente. Este estigma persigue a la literatura infantil y juvenil desde su nacimiento por su relación con la pedagogía y porque la nomenclatura enuncia a un destinatario que se concibe como un sujeto en formación y, como no sabe, podemos darle cualquier cosa. En ese sentido, la calidad literaria es lo de menos. Si echamos una mirada a los catálogos de plan lector, estos parecen recetarios: hay libros contra el bullying, otros para la igualdad, otros para que los niños dejen de tenerle miedo a la oscuridad… en los eventos sobre literatura infantil los discursos están plagados de lugares comunes donde brilla la ausencia de rigurosidad… y la evidencia más fuerte de la consideración como género menor es que no tiene ninguna presencia en la academia.

¿Crees que nos hemos encasillado mucho en qué es «correcto» e «incorrecto» leer en edades tempranas?

Sí y hay mucho de psicologización en esta asunción. Si bien es cierto que hay estudios que avalan el desarrollo de las etapas de lectura de acuerdo a las edades, esto no debería ser tomado al pie de la letra porque los lectores, además de compartir rasgos comunes, tienen particularidades. La corrección es un término que más bien atenta contra actitud filosófica del lector crítico que consiste en preguntarse qué hay más allá de lo literal. Desde ese lugar, desde edades tempranas lo mejor que se puede hacer es exponer a los niños a una diversidad de  libros de gran calidad.

Se suele escolarizar la lectura de una obra literaria, se piensa en esta como un depósito de moral donde se busca obtener una enseñanza explícita y se censuran a aquellas que, desde ese discurso, representan un “mal ejemplo” para el lector. 

Hablabas hace poco (y de hecho, lo cité) que debíamos de hablar de «mediadores» y no de «animadores» o «motivadores» a la lectura. Mi postura la relacioné con los roles que cumple la docencia moderna, de no únicamente transmitir el conocimiento sino de utilizar el libro como un medio para debatir su contenido y generar opinión propia en los estudiantes. Desde tu punto de vista, ¿Cómo es que actúa un mediador a la lectura fuera del ámbito escolar?

Me hace demasiado ruido el término animación a la lectura porque ha estado muy emparentado a la espectacularización y la frivolidad. La motivación tiene un talante apologético  y le acuña a la lectura la responsabilidad de panacea para todas las taras del ser humano. Prefiero usar el término mediación que alude a acompañar a quien lee desde la horizontalidad y el mediador es, sobre todo, un lector con mayor experiencia que no trata de imponer su interpretación del texto y del mundo a los demás. Fuera del ámbito escolar, he visto que el mediador de lectura tiene un poco más de libertad para proponer, incidir en la selección de los libros, apuntar al disfrute estético y garantizar la gratuidad del acto de lectura zafándose de las instigadoras y mal llamadas pruebas de comprensión lectora.  Otra cuestión importante es que tiene, en muchos casos, la posibilidad de desplegar su sentido creativo para generar actividades que vinculen la literatura con otras artes y poder engarzarla dentro del marco de la cultura.

Cuentas con una experiencia bastante amplia en el dictado de talleres tanto para padres de familia y docentes como para niños que quieren acercarse a la lectura. En todo ese tiempo ¿Cuál es la lección más valiosa que has aprendido acerca de transmitirle a los demás tu pasión por leer?

Que por mucho que te gusten los estudios teóricos, jamás alcanzarás a ver un libro en toda su complejidad de sentidos y para mirar más allá siempre se necesita al otro sea este un niño, un adulto, un varón, una mujer… Por otro lado, el estar con el otro me ayuda a cuestionar lo que doy por sentado y me exige a nunca perder de vista que cada lector es también un enigma.

Para escuchar a Irina en el podcast donde también abordamos este tema, visita este enlace: https://elbuenlibrero.com/2018/11/13/comprension-lectora/

Foto: http://cudaperu.org/bibliotecas

 

 

 

 

 

 

 

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