SI CREYERA ALGUNA VEZ

Con orgullo extravagante que me amas
Tú soñarías que en tu alma se reúne
El dorado vacío de la hierba.
Quizá así tu sueño
Te sirva de descargo
Pues alguno te acusa
De excederte en belleza.

Si contemplas el sol
Y lo hieres con tus rayos
Muchas dirán que es por odio
Pues te imita, siendo solo
Que detienes el verano
Por jactancia.

Y si alguna vez me hallarás,
Háblame, pues sabré comprender
Si no tu idioma, los disfraces
Del mar, cuando se ofrece.

DEDICATORIA

A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron
contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías
restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que , en el fondo, tiemblan al ver un guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
tiempo hace florecer en el alma

EL BOSQUE DE LOS HUESOS

Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.

Quizá sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.

Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.

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