Infancia

Por Roberto Zariquey

 

mi padre aprendió a recorrer

las estancias de la muerte apenas niño

su madre le advertía

cuidado paco no te vayas a tropezar

con tanto fantasma que ronda los rincones

sin embargo él

con su linterna de juguete

caminaba

Tomado de: Jorge Eslava / Eduardo Chirinos- Me gustas tú- De Bolsillo, 2018

 

Papá

Por Lizardo Cruzado

Hace 40 años
cada mañana mi padre despertaba
para cambiar el mundo.

Ahora,
mi padre se levanta todas las mañanas
para regar en su jardín las rosas.

Ahora él ya no tiene fuerzas
para golpearnos, y tampoco las tiene
para
amarnos.
Pero un tiempo él nos amó hasta
el hartazgo. También nos castigó.
Silenciosamente sonreía
-incluso hablaba algunas veces-
e hizo muchas cosas en vano
y por nosotros.

Por todo esto,
seguramente cree él que yo
alguna vez
llevaré hasta su tumba
las flores que ahora cuida.

Pero
se equivoca.

Esas rosas son un sueño de viejo
simplemente.
Un delirio senil de pétalos tiernos
e idiotas que
de maleza
inunda
la maceta rota
donde su
vida se marchita.

Si creo que hasta se
ha quedado ciego.
Porque lo he visto penetrar en los jardines de la Muerte
con una tijera de podar inútil
en la mano.

Y ya no espera casi nada;
sólo aguarda que el sueño de sus rosas
florezca antes de
que él
se muera.
Hace
cuarenta años
-ya casi
cincuenta-
cada mañana
mi padre despertaba para cambiar
al mundo.
Ahora
-en cambio- él todos los días se levanta
para regar en su jardín
las rosas.

Algo ha cambiado en el mundo, por lo tanto.

Aunque tal vez nunca en el jardín
lleguen a florecer las rosas.

Tomado de: Antiguos poemas Lizardo Cruzado

 

 

Los pasos lejanos

Por César Vallejo

Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce…
si hay algo en él de amargo, seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huida a Egipto, el restañante adiós.

Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.
Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.

Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.

Tomado de: Ciudad Seva

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