Luis Loayza ha dejado una huella indeleble en la formación de algunos de nuestros autores. En ese sentido, a un mes de su partida, algunos de ellos dejaron sus testimonios. Aquí la nota.

 

GRECIA CÁCERES

Luis Loayza. Mito, escritor inalcanzable puesto que escondido tras su obra, la figura de Luis Loayza tiene todo para seducirme. Estamos ante una figura completamente contemporánea lejos del lugar común del escritor latino-americano, comprometido, proclive a la opinión, presente en los medios y publicando obras siempre de alguna manera extra literarias. No. Luis Loayza es aquel que, quizá contra su voluntad, nos muestra otra faceta, la del hacedor, del trabajador de la palabra sin desborde, alejado de la fama y sordo al canto de sirena. En lo formal, me gusta mucho su manera de dejar el dialogo en el cuerpo del texto, tan naturalmente, la fluidez de su narración, la “normalidad” de sus personajes casi grises. Por otro lado, aprecio mucho el que trabajara los géneros sin buscar ni respetar fronteras. El ensayo, la crítica, son literatura, alimentan la ficción y benefician de su ritmo. A pesar de su largo silencio y la distancia, cada obra de Loayza es, y está cada vez más viva y cercana a los lectores y autores de hoy.

Luis Loayza. Mito viviente, escritor inalcanzable puesto que escondido tras su obra, la figura de Luis Loayza tiene todo para seducirme. Estamos ante una figura completamente contemporánea, lejos del lugar común del escritor latino-americano, comprometido, proclive a la opinión, presente en los medios y publicando obras de alguna manera siempre extra literarias. No. Luis Loayza es aquel que, quizá contra su voluntad, nos muestra otra faceta, la del hacedor, del trabajador de la palabra sin desborde, alejado de la fama y sordo al canto de sirena. En lo formal, me gusta mucho su manera de dejar el diálogo en el cuerpo del texto, tan naturalmente, la fluidez de su narración, la “normalidad” de sus personajes casi grises. Por otro lado, aprecio mucho el que trabajara los géneros sin respetar fronteras. El ensayo, la crítica, son literatura, alimentan la ficción y benefician de su ritmo. A pesar de su posición marginal reivindicada, la obra de Loayza es, y está cada vez más viva y cercana a los lectores y autores de hoy.

 

Tomada de: http://guayoyoenletras.net/2018/04/01/recuerdo-luis-loayza/

CARLOS ARÁMBULO

Conversé muchas veces con Luis Loayza. Algunas sentado en una combi camino a San Marcos, otras en una playa sin olas ni sonidos, a veces nada más en mi cabeza; solos, un eco de dos líneas, la literatura y yo.

Aunque vivas en Miraflores nunca vivirás en el Miraflores de Luis Loayza.

Una nostalgia contemplativa, de lo que se gasta bellamente y deja detrás solo su desgaste y un olor a flores pisadas a varios años de distancia.

Editar, cortar y recortar, pulir y repetir ¿Cuántas veces cambiaste esa palabra?

¿Cuántas veces escribiste esa frase para poner esa palabra? ¿Cuántos libros escribirías por esa única y solitaria palabra?

Algunas veces terminas un cuento, cierras el libro y sientes que no lo leiste. Fue tan sutil y elegante que pasó ante tu conciencia como una rama ante tus ojos, arañando el cielo sobre un convertible blanco.

Más precisamente, estás en el convertible y son tus ojos lo que rasga la rama, el cielo sigue ahí, pero es diferente. Ha pasado Loayza entre varios literatos, con la elegancia de lo discreto.

Siempre leo tus inicios lentamente, como se inician las conversaciones con amigos olvidados.

Ya no sé si al hablar de tí hablo de lo que todos queremos ser.

Tú y la literatura mirándose cara a cara, y ella no dice nada, escucha su propia voz, te escucha a tí.

Vamos, Luis. Son las seis y se va la luz del día, algo distinto comienza, un ritmo nuevo brota de mis dedos. Tu libro al lado sabe que vamos a conversar un buen rato. Voy a copiarte sin misericordia.

La primera vez casi ni me habló. Cerramos el libro (siempre se cierra de a dos, con el autor) la segunda fue penosamente animada, la tercera… la tercera vez hablamos “de los tiempos idos y de los nuestros; libros, armas, y de los hombres de genio extraordinario…, en una palabra, de los temas usuales de la conversación entre gente inteligente”.

Todas la veces que hablé con Loayza estuve irreparablemente solo, sobre todo cuando aparecían estos largos adverbios que él habría mutilado como hendiendo un yelmo griego.

¿Sabrá Loayza que todavía existe?

Conocer el nombre de Aquiles cuando se ocultó entre las ninfas, especular sobre el alimento de los centauros, descifrar los gestos de la sibila, alzar la copa en la corte de Agamenón (uno más entre los marinos), ver entre sueños las quillas doradas arratrarse sobre el egeo, repetir la primera lección de Quirón al joven Herácles, leer a Eurípides sin horror, compartir el laurel enloquecedor de las amables, de las furiosas damas de Eleusis, decapitar el hongo sagrado… tantas cosas por hacer, Luis.

Si, la  belleza de lo inútil.¿Y?

-Y… ¿qué haces ahora?

-Lo mismo, escribo, escribo que vivo, vivo escribiendo que vivo.

-Es largo, pero se aprende.

-También leo, que es otra forma de escribir; escribir por adelantado, como un crédito que busco en todos los bancos.

-Ten cuidado, quienes lo consiguen se convierten en lectores.

-¿Y tú?

-Ya dejé de hacerlo… (Mirada a la mesa)Vivir.

Esa sería la última conversación; suficiente para cerrar. Algo más nos dijimos. Me dijo, sería más correcto.

No recuerdo si fue dentro de veinte años que lo conversamos, pero cuando llegue ese momento nos dimos cuenta de que ambos ya estaremos muertos mientras liquidábamos un expresso cortado. Si la meta es el olvido, yo llegaré primero.

 

CHRISTIAN SOLANO

Una pasión distinta

1

Para rastrear a Loayza, releo. Todo. Vuelvo a sus páginas con una pasión distinta a la juvenil inicial. En ocasiones recordamos más el momento en que leímos algo o el lugar donde lo hicimos. Sus páginas me regresan a los días en que devoraba primeras lecturas en la universidad.

2

Me interesaban los escritores ermitaños. Salinger, uno de mis autores favoritos; decía que publicar era una interrupción a la escritura. Alineados en esa dirección: Emily Dickinson, eligió una vida aislada y casera; Thomas Pynchon, rehusó las entrevistas, aceptó una a cambio de recuperar unas fotos que le habían tomado; Cormac McCarthy, apenas ofreció entrevistas cada diez años. En el Perú, sin duda Loayza, el mejor ejemplo de aislamiento; dejó de publicar ficción casi treinta años atrás, ensayos hace dieciocho.

3

Llegué a Loayza de la mano de Vargas Llosa, gracias a la dedicatoria de “Conversación en la catedral”. El “Borgiano de Petit Thouars”. Tras una tenue decepción con “Una piel de serpiente”, todo cambió al leer “El avaro y otros textos”. Yo había leído con fruición a Borges, Cortázar, Monterroso, Arreola, por lo que éste libro de Loayza me sedujo. Además de la influencia Borgiana, muchas lecturas reposan en sus páginas. Los clásicos, toda la mitología griega, las tradiciones culturales. La huella imponente de Garcilaso en toda su obra.

4

Acá Loayza ya escribía microrrelatos con conciencia plena del ejercicio. De ese libro me ganó el titulado “Cuento”. No tenía ese tufo culturoso del que se pretende impregnar a los microrrelatos para hacerlos solventes, con aparente simpleza impone realismo y maestría. Deja expuesta su poética.

Cuento

Tres prisioneros viven en una cárcel. El primero sueña con el campo; trabaja la tierra y al mediodía, tendido, a la sombra de un árbol, mira las ramas pesadas de frutos. El segundo sueña con una mujer. Es una hermosa mujer de grandes ojos y cuerpo suave y ardiente: él yace con ella. El tercero sueña que vive en una cárcel.

5

En “Otras tardes” Loayza consiguió una voz lograda para contarnos la decadencia de una aristocracia limeña con una ciudad en plena formación y desarrollo. Acarició el realismo urbano. Las calles de Miraflores no volvíamos a leerlas igual. En este libro se hablaba de soslayo de la situación política del país, sin profundizar, contextualizando. Pareciera decirnos que sí, el Perú se había jodido, pero pasaban otras cosas también, la gente tenía que vivir a pesar de todo. La última parte, “Fragmentos”, bien podría ser un título engañoso, reúne textos que simulan ser inicios de algo, partes inconexas, pero presenta cuentos breves en ciernes.

6

Loayza fue siempre un escritor que muchos alabaron, pero que pocos leyeron, aún a pesar de no haber escrito mucho. No se ha dicho con claridad que fue un escritor fundacional para la ficción breve en el Perú, para el microrrelato. Ese es el Loayza que crece cuando lo repaso.

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