¿Quién o quienes están detrás de los libros que llegan a nuestras manos y no han sido escritos en español? ¿Es traducir un mero arte de la transcripción?


Por:

Gianfranco Hereña

«El traductor es un traidor», me dijo un profesor de literatura allá por el 2005, cuando todavía estaba en tercero de media. Nunca entendí el porqué de esa afirmación sino hasta años después, cuando recién me adentraba a explorar el mundo literario en esencia y me topé con que «Charles Bovary» se llamaba «Carlos» y que «Anna Karennina» había sido reducida a simplemente «Ana Karina».

Estas mutilaciones significaron un golpe muy duro. Más allá de los nombres, algunas de las descripciones me resultaban ininteligibles. Tuve que recorrer a otras traducciones para finalmente lograr descubrir el universo literario que había detrás de esas maravillosas obras y no me arrepiento (Gracias públicas a Juan Bravo Castillo de Editorial Espasa).

Así como el tiempo apremia hallazgos, fue que en esta aventura de librero me encontré con Eduardo Estala Rojas a raíz de una colaboración al blog. Radica en Nottingham, Inglaterra y  sabe que su oficio es quizás uno de los más difíciles que existe. Sobre sus hombros carga la enorme responsabilidad de traducir nuestra lengua y más allá de limitarse a transcribir todo aquello que recaiga en sus manos. Ha sabido interpretar a uno de los más grandes escritores latinoamericanos de todos los tiempos. Me refiero exclusivamente a Carlos Fuentes. Es de antemano sabido que Fuentes dominaba el idioma francés. Algunos de sus escritos han llegado a nuestro idioma gracias a que Eduardo ha podido traducirlos y el valor de ese trabajo, creo, deberíamos agradecérselo todos y cada uno de los miembros de la comunidad literaria.

Respecto a ello, Eduardo Estala me hizo llegar un Dossier Literario de Traducción. En él se cuenta con las participaciones de renombrados traductores latinoamericanos entre los que se encuentra, por ejemplo, Adrián Soto. Él menciona en que » Traducir es transgredir que, en una época profundamente tecnificada como la nuestra traducir quizá sea el mayor acto de libertad del ser humano, la rebelión suprema frente a cualquier acto de reproducción estéril, pues consiste en reestructurar una realidad mecanizada y enajenante».  

A ellos, a sus traducciones y al oficio de traductor ( a los que lo hacen bien).

Gracias.

Pd: Quienes quieran conocer el buen trabajo de Eduardo y compañía, pueden leerlo aquí en: http://issuu.com/contratiempo/docs/contratiempo103/21

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