Los poetas, como los niños, producen sonidos por el placer de hacerlo. La poesía es una forma superior de balbuceo. Los más elevados ejercicios de la imaginación rayan en las más regresivas fantasías. Un poema es un recreo semiótico, en el cual el significante es dispensado de sus adustos esfuerzos comunicativos y puede divertirse sin abochornarse. Libre ya de su matrimonio sin amor con un único significado, el significante puede ir de flor en flor, mostrarse promiscuo, retozar impúdicamente con otros significantes también libres de compromiso. Si los guardianes de la moral convencional comprendieran lo indecente que es la poesía, dejarían inmediatamente de inscribir poemas en sus tumbas.

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