Por Alfonsina Storni
Una mano invisible
acaricia calladamente
la pulpa triste
de los mundos rodantes.
Alguien, a quien no comprendo,
me macera el corazón
de dulzura.
En la nieve de agosto
se abre el sol
sonrisa precoz de la primavera
la flor del duraznero.
Tendida en el filo ocre
de la sierra,
una helada