Habría tres modos de leer de un escritor. Primero tiende a ver la construcción antes que la interpretación. Al escritor le interesa más cómo está hecho un libro que preguntarse qué significa. Quiere saber cómo funciona es máquina para construir otra. De allí que sus reflexiones sean tan específicas y técnicas, como pueden ser las de Nabokov. Manuel Puig me dijo una vez “no puedo leer novelas, porque cuando las leo las corrijo”, Es decir, para un escritor los libros nunca están terminados, los ve como si fueran un work in progress. Este es un tipo de lectura fluida y sin complejos que tiende a poner el acento, sobre todo, en cómo están hechas las cosas. La segunda manera de leer de un escritor es lo que yo llamo la lectura estratégica. Tiene que ver con lo que vos te referías al hablar de Benjamin. La lectura de un escritor nunca es inocente.

(…)

Pero a mí me interesa sobre todo la tercera manera de leer de un escritor, la que reflexiona sobre la literatura en las mismas novelas. Uno podría trazar una historia de la literatura a partir de lo que la propia literatura dice sobre los lectores, sobre los escritores, sobre los críticos, sobre las novelas. Sería una historia imaginaria que comenzaría con el Quijote. Yo leí El juguete rabioso de Arlt, de esa manera, como un texto sobre la circulación de la cultura. No digo que todos los libros hagan eso, pero sí más de los que pensamos.

 

Fragmento de una entrevista a Ricardo Piglia

Clarín. Revista nueva de literatura. Mayo-Junio 2005.

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