Por:

Carlos de la Torre Paredes

Elías se acerca a la ventana del puente de mando. Puede ver las naves a la distancia; pequeños puntos brillantes que van haciéndose cada vez más grandes van tomando forma delante de un asteroide que también aparece recién ante sus ojos contrastando con las luces de la batalla. Hay algo de belleza en esta. Lo nota nítido: los láseres, las explosiones, las naves yendo de un lado a otro en esa danza frenética de muerte y adrenalina cuentan una historia, dicen algo del ser humano… La guerra es un arte, y el arte es la expresión libre del hombre, su posibilidad de crear belleza efímera tras la destrucción permanente a la que está condenado… Es gracias a quienes pueden hacer hermosa la destrucción que el universo se somete a la humanidad, se transforma y es utilizado para su beneficio… para su supervivencia…

Vuelve a concentrarse en su mesa holográfica. La flota enemiga avanza en dirección al asteroide. Lo más probable es que busquen rodearlo para sacarles ventaja y escapar. Son en total tres cruceros y casi una decena de fragatas y corbetas tukinas que no paran de disparar contra el reducido equipo de De Soto, que los sigue sin miramientos buscando evitar su huida.

—Capitán —llama su atención Quinteros—, ya estamos en rango de ataque.

—Capitanes —Elías habla por su intercomunicador—, desactiven la hiperpropulsión. Fuego a discreción.

La batalla no se prolonga más de media hora. Los tukinos, a pesar de intentar escapar en un primer momento, tras comprender que no podrían seguir huyendo y ver su crucero insignia rodeado, detienen sus ataques y declaran su rendición. Chilimo pide abrir un canal de comunicación con Elías para negociar los términos, pero el capitán latino, haciendo respetar su autoridad, exige la presencia física del traidor; claro, asegurándole todas las garantías del caso.

—De Soto —Elías habla por el intercomunicador—, recoge a Chilimo de su nave y tráelo al Gran Teresa.

—Sí, capitán.

—Revísalo antes de hacerlo subir al transporte, rómpele parte del uniforme, hazlo ponerse de rodillas, que sus tropas sepan lo que vale.

Falta poco para tenerlo cara a cara y preguntarle por qué lo traicionó si acababan de llegar a un acuerdo, ¿o es que todo se ha tratado de una trampa para alejar a la flota de Tum?… ¿Qué sentido tiene que los tukinos huyeran tanto para terminar rindiéndose?

No piensa en otra cosa mientras se dirige a la sala de reuniones, donde Chilimo lo espera esposado. Lo primero será pedir que lo liberen. Le permitirá ponerse de pie; que sepa que puede tratarlo con dignidad a pesar de su afrenta, que sepa que la Federación Latina respeta las convenciones, las jerarquías. Él podrá seguir siendo líder de los tukinos si se pone del lado correcto de la historia.

—¿Por qué, Chilimo? —Las palabras de Elías son lo primero que se escucha en el ambiente luego que Elena de Soto sale cerrando la puerta tras de sí.

—A situación difícil me enfrento —dice cabizbajo el robusto hombre.

—Si estuvieras en mi posición, ¿qué harías?

—Como animal, matarme.

—Sabes que has hecho mal, que has traicionado mi confianza, mi amistad.

—Mi amigo no eres.

Elías sonríe.

—Pero tampoco pretendo ser tu enemigo.

—Mi amigo no eres. Mi amigo nunca serás.

—Aun así, ¿por qué?, ¿qué sentido tuvo todo esto?, ¿acaso tienes un ejército el doble de grande esperándonos en Tum, estabas esperando que se concentren las fuerzas, los días de exploración en Puyuku fueron solo para ganar tiempo?… Aun así, no tiene sentido. ¡¿Para qué has venido hasta aquí?! ¡Dime!

—Escapar intentaba. Pero rendido ahora estoy.

—¿Es todo lo que dirás?

—La verdad es.

—… Muy bien, decomisaré tu flota y tus tropas serán asesinadas como escarmiento. Tú te quedarás conmigo un tiempo.

—¿Matar por qué?, ¡nos rendimos!

—Le han faltado el respeto a la Federación Latina. Es necesario dar el ejemplo.

—Vivos déjalos. Te apoyaré. Todo lo que pasa en el sistema lo sabrás. Todas mis tropas tus órdenes seguirán. El trato mantengámoslo.

—¿Cómo sé que no volverás a traicionarme?

—Porque una guerra ha estallado entre los quetua. Caos hay en todo el sistema solar. Ganar podemos ahora.

*El siguiente fragmento pertenece a «La conquista de Piro» el nuevo libro de Carlos de la Torre Paredes (Torre de Papel Ediciones, 2019)

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