Por Redacción Buen Librero

Jorge Luis Borges, reconocido y destacado autor argentino, se refirió en algún momento a Judas Iscariote, otrora discípulo y posterior traidor. A propósito de ello, en su cuento (sí, es ficción) «Las tres versiones de Judas», Borges desentraña al personaje y nos da tres perspectivas diferentes escritas por un «autor» cuyo nombre es Nils Runeberg. Puede asumirse a Nils Runeberg como un personaje ficticio, sí, pero también como una representación del zoólogo Goose y su «fantasía cristológica» ( aquí un muy buen artículo también a propósito de esto y también del cuento: Teseopress). A continuación, algunas partes del cuento.

La primera perspectiva

Borges inicia la narración/ artículo académico ficticio/ hablando de Nils Runeberg y un libro polémico (Kristus ech Judas) : «Este categórico epígrafe (de Nils Runenberg), cuyo sentido, años después, monstruosamente dilataría el propio Nils Runeberg: No una cosa, todas las cosas que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas (De Quincey, 1857). Precedido por algún alemán, De Quincey, especuló que Judas entregó a Jesucristo para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el yugo de Roma; Runeberg sugiere una vindicación de índole metafísica. Hábilmente, empieza por destacar la superfluidad del acto de Judas. Observa (como Robertson) que para identificar a un maestro que diariamente predicaba en la sinagoga y que obraba milagros ante concursos de miles de hombres, no se requiere la traición de un apóstol. Ello, sin embargo, ocurrió. Suponer un error en la Escritura es intolerable; no menos tolerable es admitir un hecho casual en el más precioso acontecimiento de la historia del mundo. Ergo, la traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención».

Segunda perspectiva

El relato avanza. Varios teólogos y académicos refutan esta teoría de Runenberg. Lars Peter Engström lo acusa de ignorar o de preterir la unión hipostática (es decir, de no entender ni poder interpretar la unión, en Jesús de Nazaret, de la naturaleza humana y la divina alude al hecho de que se trata de una unión según la hipóstasis/persona del Verbo o Hijo de Dios). Axel Borelius lo acusa de renovar la herejía de los docetas que negaron la humanidad de Jesús y el obispo de Lund de contradecir el tercer versículo del capítulo 22 del Evangelio de San Lucas:

«Pero Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, que era uno de los Doce, y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y con los jefes de la policía del Templo sobre el modo de entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y acordaron darle una cantidad de dinero.

Esto obliga al «autor» a reescribir dicha obra con algunos apuntes. Borges en el relato menciona: «Admitió que Jesús (Runenberg), «que disponía de los considerables recursos que la Omnipotencia puede ofrecer», no necesitaba de un hombre para redimir a todos los hombres. Rebatió, luego, a quienes afirman que nada sabemos del inexplicable traidor; sabemos, dijo, que fue uno de los apóstoles, uno de los elegidos para anunciar el reino de los cielos, para sanar enfermos, para limpiar leprosos, para resucitar muertos y para echar fuera demonios (Mateo 10: 7-8; Lucas 9: 1). Un varón a quien ha distinguido así el Redentor merece de nosotros la mejor interpretación de sus actos. Imputar su crimen a la codicia (como lo han hecho algunos, alegando a Juan 12: 6) es resignarse al móvil más torpe. Nils Runeberg propone el móvil contrario: un hiperbólico y hasta ilimitado ascetismo. El asceta, para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas hizo lo propio con el espíritu. Renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como otros, menos heroicamente, al placer. Premeditó con lucidez terrible sus culpas. En el adulterio suelen participar la ternura y la abnegación; en el homicidio, el coraje; en las profanaciones y la blasfemia, cierto fulgor satánico. Judas eligió aquellas culpas no visitadas por ninguna virtud: el abuso de confianza (Juan 12: 6) y la delación. Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno. Pablo ha escrito: El que se gloria, gloríese en el Señor (I Corintios 1: 31); Judas buscó el Infierno, porque la dicha del Señor le bastaba. Pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres».

La tercera perspectiva

No fue sino hasta 1909 cuando Runeberg entregó la versión final, esta vez titulada Den hemlige Frälsaren. Tibio, dice Borges, a comparación de su primer postulado, pero con una conclusión demoledora: «Dios, arguye Nils Runeberg, se rebajó a ser hombre para la redención del género humano; cabe conjeturar que fue perfecto el sacrificio obrado por él, no invalidado o atenuado por omisiones. Limitar lo que padeció a la agonía de una tarde en la cruz es blasfematorio. Afirmar que fue hombre y que fue incapaz de pecado encierra contradicción; los atributos de impeccabilitas y de humanitas no son compatibles. Kemnitz admite que el Redentor pudo sentir fatiga, frío, turbación, hambre y sed; también cabe admitir que pudo pecar y perderse. El famoso texto Brotará como raíz de tierra sedienta; no hay buen parecer en él, ni hermosura; despreciado y el último de los hombres; varón de dolores, experimentado en quebrantos (Isaías 53: 2­3), es para muchos una previsión del crucificado, en la hora de su muerte; para algunos (verbigracia, Hans Lassen Martensen), una refutación de la hermosura que el consenso vulgar atribuye a Cristo; para Runeberg, la puntual profecía no de un momento sino de todo el atroz porvenir, en el tiempo y en la eternidad, del Verbo hecho carne. Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue judas».

El final de Runeberg como personaje es fatal. De tropiezo en tropiezo muere víctima de un aneurisma tras errar por las calles de Suecia. Lo curioso es que este texto, escrito en forma de artículo académico, revela, además del prodigioso dominio de Borges en temas teológicos y de forma literaria, un universo personal muy profundo, ¿será que quiso, a través de este cuento/artículo académico demostrarnos su postura respecto a la religión católica? Saquen sus conclusiones. Dejamos un fragmento del relato y dentro de él, el link para leerlo completo.

Fragmento del cuento: https://elbuenlibrero.com/tres-versiones-de-judas/

Otros análisis que vale la pena leer: http://contra-mundum.org/cm/features/15_borges.pdf

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