(1911)

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni al colérico Posidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Posidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues —¡con qué placer y alegría!—

a puertos antes nunca vistos.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes voluptuosos,

cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.

Tu llegada allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Ítacas.

 

12 comentarios para “Ítaca, el magistral poema de Kavafis

  1. SIEMPRE UN LUGAR PARA VOLVEE

    decides entonces volver sobre Homero en la Odisea con Ulises en el instante en su relato cuando alcanza a arquear el mástil al cual está atado y le impide lanzarse al mar a encontrar a las sirenas, las cuales imagina aún más fabulosas que sus cantos en la promesa de una felicidad eterna para todo quien les escuche; pero entonces, algún nuevo autor desquiciado de nuestros tiempos, como muchos, lanza una teoría para destruir este mito, diciendo como al ver las sirenas la patraña urdida por el astuto héroe, para deleitarse en su canto sin caer entre sus brazos, ellas callaron para no entregarle a Odiseo el tesoro de su voz, mas, cayeron de admiración rendidas ante este en su intento y su silencio evitó herirle con su veneno, el cual se clava profundo en el cerebro de aquellos que pudiesen escucharlas y, quedan por este obligados a regresar a entregárseles y sucumbir a ese su hechizo, para dejar sus huesos regados en la arena de su isla una vez son por ellas despojados de sus carnes, su constante y preferido alimento, como aún hoy, metafóricamente es de muchos.

  2. Es un bello poema de viaje y aprendizaje. Ítaca es el lugar mítico a dónde debe volver Odiseo después de un largo viaje tras salir de Troya. Kavafis lo retoma con el fin de mostrar que durante esa aventura se aprende sin temor a la adversidad. Aunque el lugar de origen, Ítaca, sea aún el mismo, el viajero lo reconocerá con otros ojos debido a la enseñanza adquirida.

    1. Es el viaje el que importa, la aventura de la vida que sucede cada día. Quién no tiene sueños o un deseo ferviente que quisiera cumplir ya? En la espera de que se cumplan solemos vivir muchas más cosas que nos enriquecen y nos enseñan, aunque no seamos conscientes de que es la verdadera aventura.
      De vez en cuando miro a mis monstruos de cerca y añoro llegar a Itaca, aunque sé que ya nada tiene que ofrecerme….

  3. Itaca creo que es el darse cuenta que estamos en el camino, aprender, crecer saboreando las experiencias vividas y en forma consciente sin apuro dirigirse hacia el final, liviano.

  4. EL SECRETO DE ULISES

    Dejadme ascender por la estela del Arte
    para robar su secreto trascendente,
    y cual las aves con vientos en las plumas,
    volaré tras mi rostro en aquel espejo,
    y así, por fin descubriré quién soy yo,
    y por qué…

    Buscar, siempre ha sido mi constante verbo.
    Mi piel y la voz del tiempo son testigos.
    He visto la luz de los faros, y más…
    Los pequeños embajadores del Cielo
    han intentado sus dogmas infalibles
    sin ganar.

    Aferrado al palo mayor resistí
    para renovar las velas y seguir.
    Después, agoté los encantos de Circe,
    me bebí sus vinos y gocé sus carnes,
    enterré mis muertos, recogí mis culpas
    y partí.

    Hoy, ya viejo, revelaré mi secreto.
    Ítaca, es el ombligo que siempre tuve,
    y con mis versos pretendo demostrarlo.
    Jamás nadie se ha fugado de sí mismo:
    El círculo perfecto tiene la puerta
    en el centro.

    Carlos Oyague Pásara

  5. Más allá de las enseñanzas y simbolismos, cautiva la sutileza de la sensualidad del poema. Sugiere paraísos ocultos, placeres sin fin. Me gusta este erotismo siempre presente en la obra de Kavafis.

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