Los inicios son tan importantes como los finales. Algunos han quedado inmortalizados en nuestras memorias como la prueba latente de lo que seguirá en las páginas posteriores. Por eso, aquí presentamos 20 comienzos de novela ¿Estás de acuerdo con la selección?

 

1. Don Quijote. Miguel de Cervantes Saavedra.

«En algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…”

 

Es quizás el inicio de novela más famoso, citado con frecuencia incluso por quienes nunca han abierto un ejemplar de esta obra.

 

2. Cien años de soledad – Gabriel García Márquez

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”

 

3. Crónica de una muerte anunciada.

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo

4.     Moby Dick. Call me Ishmael. Herman Melville.

Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación.

 

 

 

4- El túnel – Ernesto Sábato. (1948).
“ Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne…”.

 

5. Rayuela. Julio Cortázar.         

                 
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguirlas formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da cites precisas es la misma que necesita pape! rayado pare escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico».

 

 

 

6. Ensayo sobre la ceguera – José Saramago

 

Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador de paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso.

 

7. Pedro Páramo, Juan Rulfo.
“ Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera…»

 

 

8. La invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares. (1940)

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. El verano se adelantó. Puse la cama cerca de la pileta de natación y estuve bañándome, hasta muy tarde. Era imposible dormir. Dos o tres minutos afuera bastaban para convertir en sudor el agua que debía protegerme de la espantosa calma. A la madrugada me despertó un fonógrafo. No pude volver al museo, a buscar las cosas. Huí por las barrancas. Estoy en los bajos del sur, entre plantas acuáticas, indignado por los mosquitos, con el mar o sucios arroyos hasta la cintura, viendo que anticipé absurdamente mi huida. Creo que esa gente no vino a buscarme; tal vez no me hayan visto. Pero sigo mi destino; estoy desprovisto de todo, confinado al lugar más escaso, menos habitable de la isla; a pantanos que el mar suprime una vez por semana.

 

 

9. Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante.

 

Showtime! Señoras y señores. Ladies and gentlemen. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes. Good-evening, ladies & gentlemen. Tropicana, el cabaret más  fabuloso del mundo…

10.   Los detectives salvajes. Roberto Bolaño.

2 de noviembre.
He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.
Y así sigue:
3 de noviembre.
No sé muy bien en qué consiste el realismo visceral. Tengo 17 años, me llamo Juan García Madero, estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho.

11. Lolita de Nabokov

 

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

 

12. La muerte de Artemio Cruz. Carlos Fuentes

Yo despierto… Me despierta el contacto de ese objeto frío con el miembro. No sabía que a veces se puede orinar involuntariamente. Permanezco con los ojos cerrados. Las voces más cercanas no se escuchan. Si abro los ojos, ¿podré escucharlas?… Pero los párpados me pesan: dos plomos, cobres en la lengua, martillos en el oído, una… una como plata oxidada en la respiración. Metálico, todo esto. Mineral, otra vez. Orino sin saberlo. Quizás –he estado inconsciente, recuerdo con un sobresalto- durante esas horas comí sin saberlo. Porque apenas clareaba cuando alargué la mano y arrojé –también sin quererlo- el teléfono al piso y quedé boca abajo sobre el lecho, con mis brazos colgando: un hormigueo por las venas de la muñeca. Ahora despierto, pero no quiero abrir los ojos. Aunque no quiera: algo brilla con insistencia cerca de mi rostro. Algo que se reproduce detrás de mis párpados cerrados en una fuga de luces negras y círculos azules. Contraigo los músculos de la cara, abro el ojo derecho y lo veo reflejado en las incrustaciones de vidrio de una bolsa de mujer. Soy esto. Soy esto. Soy este viejo con las facciones partidas por los cuadros desiguales del vidrio.

 

13. La Regenta. Leopoldo Alas “Clarín”.

Uno

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles.

 

14. El Señor de los Anillos . J.R.R. Tolkien

Cuando el señor Bilbo Bolsón de Bolsón Cerrado anunció que muy pronto celebraría su cumpleaños centesimodecimoprimero con una fiesta de especial magnificencia, hubo muchos comentarios y excitación en Hobbiton.

 

15. Ulises. James Joyce.

 

La mañana del 16 de junio de 1904, salía de su refugio en Dublín Leopold Bloom, quien más tarde se encontraría en la calle con Stephen Dedalus…

 

16.  Madame Bovary.  Gustave Flaubert

“ Nos encontramos en una clase cuando entró el director. Le seguían un nuevo alumno con traje dominguero y un bedel cargado con un gran pupitre…”

17. Me llamo Rojo. Orhan Pamuk
«Encuentra al hombre que me asesinó y te contaré detalladamente lo que hay en la otra vida.»

 

 

 

18. Tambor de Hojalata. Gunter Grass

 

La ancha falda

Lo reconozco: estoy internado en un establecimiento psiquiátrico y mi enfermero me observa, casi no me quita el ojo de encima; porque en la puerta hay una mirilla, y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que a mí, que soy de ojos azules, no es capaz de calarme.

De modo que mi enfermero no puede ser enemigo mío. Le he tomado afecto y, en cuanto entra en mi cuarto, le cuento a ese mirón sucesos de mi vida, para que, a pesar de ese estorbo de la mirilla, me vaya conociendo. El muy buenazo parece apreciar mis relatos, porque, en cuanto le meto alguna trola, me muestra, para demostrarme su agradecimiento, su última figura hecha de nudos. Si es o no un artista podría discutirse. Sin embargo, una exposición de sus creaciones sería bien acogida por la prensa e incluso atraería compradores. Anuda cordeles corrientes, que recoge y desenreda en las habitaciones de sus pacientes después de la hora de visita, convirtiéndolos en complicados fantasmas cartilaginosos que sumerge después en yeso…

 

 

 

19. La metamorfosis. Frank Kafka.

Parte I

Una mañana, al despertar de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se encontró en la cama  transformado en insecto monstruoso.  Estaba acostado sobre la  espalda, que era dura,  dura, como acorazada y levantando un poco la cabeza pudo ver  su  vientre convexo, color pardo, dividido por unos arcos rigidos; la manta había resbalado sobre esa superficioe y sólo una punta lo cubría todavía. Sus patas numerosas, de una delgadez lamentable en relación con el volumen del cuerpo, se agitaban frente a sus ojos.

 

 

 

 

20. La casa de los siete tejados. Nathaniel Hawthorne

 “Dios le dará sangre para beber”…

 

 

Tomado y publicado originalmente en: http://igolcher.blogspot.pe/2010/09/los-20-mejores-inicios-de-novelas_04.html

10 comentarios para “Inicios de novela memorables

  1. Muy interesante esos inicios. La mía comienza asi: Los vientos alisios que vienen del norte sorprendieron a Úrsula Petri blandiendo su cuerpo en su vieja mecedora de guano. Sobre sus piernas mustias descansaba el álbum genealógico de su familia.

  2. Infaltables inicios de novelas:

    «Vivo en la Villa Borghese. No hay ni asomo de mugre en ninguna parte. Ni una silla que no se encuentre en su lugar. Estamos aquí completamente solos y estamos muertos.
    -Henry Miller: «Tòpico de Cáncer».

    «¡Alumbre lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de lascampanas a la oración, maldoblestar de luz en la sombra, de la sombra en la luz.
    -Miguel Ángel Asturias: «El Señor Presidente»,

    «Conocí a Dean no mucho despues de que mi mujer y yo nos separáramos. Yo acababa de pasar una graven enfermedad de la que no vale la pena hablar…»
    -Jack Kerouac: «En el camino».

  3. Incluiría el inicio de Historia de dos Ciudades de Charles Dickens. «‘Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.»

  4. Reseñaría estos:
    -«El ser a quien llamo yo llegó al mundo un lunes 8 de junio de 1903, hacia las 8 de la mañana, en Bruselas,…» Archivos del Norte, Marguerite Yourcenar

    -«El anciano pintor Wang-Fô y su discípulo Ling erraban por los caminos del reino de
    Han. Avanzaban lentamente, pues Wang-Fô se detenía durante la noche a contemplar los astros y durante el día a mirar las libélulas. No iban muy cargados, ya que Wang-Fô amaba la imagen de las cosas y no las cosas en sí mismas,..» Cómo se salvó Wang Fô., Marguerite Yourcenar

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