alonsocuetograndesmiradasAutor: Alonso Cueto
Título: Grandes miradas
Editorial: Peisa, 2003

Una novela con personajes reales. Aunque nos gustaría que fuesen de ficción, la historia nos dice lo contrario: Fujimori y Montesinos existieron. Alonso Cueto retrata la violencia política del Perú a inicios de los dosmiles por medio del  juez Guido Pazos y Gabriela, su novia y vengadora a lo largo de la trama. Sobrecogedora y brutal por momentos, el lector podrá olfatear detalles nunca antes oídos sobre el gobierno de entonces. Queda en él averiguar el telón de fondo.

 

Por:

Gianfranco Hereña

No hay protagonistas. Todos, directa o indirectamente, van transformando la novela en una fotografía del Perú a inicios de los años dosmil. Ahí, en pleno gobierno fujimorista, Montesinos hace de las suyas torturando a opositores, aceitando a periodistas y gozando de los beneficios del dinero a costa del narcotráfico. El juez Guido Pazos, hombre honesto y de familia, cometerá el pecado de ser honesto y se buscará la muerte de la manera más brutal que el lector pueda imaginarse.  Gabriela, su  novia, buscará tomar venganza y poco le importa si ello significa dejar su trabajo, acostarse con otra mujer o ser atrapada en el intento (con todas los problemas que eso acarrea).

Es interesante cómo Cueto nos dibuja la personalidad de Gabriela. Es un personaje que cambia y esa transición consiste en pasar de ser una mujer enamorada a un alma libre, que no logra superar lo de su novio. Javier, un periodista sumiso al régimen, trata de convencerla para que no haga locuras.

«Si sé cuando me entró el miedo. O sea el miedo se mete como un virus y ya nadie te lo saca. No hay una vacuna contra el miedo, oye. Uno no nace con el miedo, dicen que te viene a los pocos meses o al año de nacido, así he leído en algún sitio. Cuando el miedo entra, ya no se va nunca y todo cambia. Uno renuncia a todo lo que más admira, a la belleza, a la inteligencia, a lo que considera el bien, y uno se entrega a lo que más odia, a la estupidez, a la injusticia, a la violencia, a todo eso con tal de no tener miedo, o sea con tal de no estar solo, o sea de no estar desamparado, de tener tu platita y tu casita y tu chambita y tu dormitorio y tu refrigerador lleno de cositas. Casi todos nos quejamos pero nadie se atreve a dejar su luhar, el lugarcito de mierda que piensa que tiene en el mundo…»

Él, viene a ser la contraparte de Ángela, una periodista harta de su trabajo como redactora en un diario chicha, a la conductora más eficaz para rastrear las huellas de los asesinos. Ángela es quien publica la noticia sobre la muerte del juez Guido Pazos. Lo hace distorsionando la verdad, porque el periódico también está comprado por el gobierno y debe evitar incriminar a los verdaderos responsables. Ella sabe que ha hecho mal, que escribir barbaridades es un oficio al que ya se acostumbró. Por ello, cuando Gabriela va a solicitarle su ayuda, ésta se la brinda por cuestiones éticas.

Que el juez Guido Pazos iba a ser asesinado era casi algo que se presentía desde las primeras líneas. En ese Perú, corrupto, dominado por el Fujimontesinismo, los caminos para él estaban abiertos en dos direcciones: morir torturado o ceder a los chantajes del gobierno.  Pese a ello, Alonso Cueto ha sabido ensuciarnos aún más con la mugre política y nos ha mostrado las bacterias que silenciosamente trabajaban para Montesinos.

«Grandes miradas» hace méritos a la narrativa del autor, quien ya en otras oportunidades ha mostrado su facilidad de descripción, con oraciones cortas en las que se evidencia su amplio dominio de los escenarios y personajes con bastante personalidad, que hablan y dejan sentirse como auténticos.

Dato:

La novela tuvo una adaptación cinematográfica que se llamó «Mariposa negra». Pueden verla aquí:

 

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