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Redacción Buen Librero

Del Borges profesor se saben algunas cosas elementales. La principal, sin dudas,  es que sus clases eran tan asediadas que quienes no podían asistir mandaban a grabarlas en cintas magnetofónicas. Cintas que luego, muy probablemente, hayan sido sobregabadas en un descuido que la historia de la literatura parece no perdonar. Sin embargo, algunas de ellas (25) pudieron recatarse y de ahí que ese grupo de estudiantes fuese el responsable de realizar las transcripciones que fueron la base para la confección del libro «Borges profesor«.

Las clases inician con la llegada a Inglaterra de los sajones, jutos y anglos, donde aborda la cuestión de la épica y la poesía anglosajona. Le dedica a estos temas siete clases de 25, más de un cuarto del curso total. Continúa con la vida y obra de (sin repetir y sin soplar): Samuel Johnson, William Wordsworth, Samuel Coleridge, William Blake, Thomas Carlyle, Charles Dickens, Robert Browning, Dante Gabriel Rossetti, William Morris, Robert Louis Stevenson. Todo un lujo.

«He enseñado exactamente cuarenta trimestres de literatura inglesa en la facultad, más que enseñado, he tratado de traducir el amor de esa literatura» —dijo Borges una vez—. «He preferido enseñarles a mis estudiantes no la literatura inglesa —que ignoro— pero sí el amor de ciertos autores, o, mejor aún, de ciertas páginas, o mejor aún, de ciertas líneas. Y con eso basta, me parece. Uno se enamora de una línea, después de una página, después del autor. ¿Bueno, por qué no? Es un hermoso proceso. Yo he tratado de llevar a mis estudiantes a eso.», cita el libro en una entrevista a Pezzoni en su libro «Pezzoni, lector de Borges» y citado además por el libro que por demás parece ser más que recomendable.

El texto recopila clases dictadas por el autor porteño. Resulta interesante abordar algunas anécdotas de este periodo en la vida del autor. Cuenta María Esther Vázquez que Borges estaba dando su materia cuando un muchacho irrumpió en el aula y le dijo que debía interrumpir la clase porque se iba a rendir homenaje al Che Guevara. “Ríndale homenaje después de clase”, le dijo el profesor. “No, tiene que ser ahora y usted se va”, le contestó. Borges: “Yo no me voy, y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio”. El muchacho: “Vamos a cortar la luz”. Borges, con remate borgeano: “He tomado la precaución de ser ciego. Corte la luz, nomás”.

Dice Mauro Libertella, a propósito de ello (Borges profesor), que quienes asistieron a sus clases dicen que la cadencia de sus ponencias era lenta pero penetrante. Comentan que Borges pedía a algún alumno que leyera un poema mientras él comentaba verso por verso. Pero, para muchos, en ese entonces, Borges era un profesor más. Durante sus clases, era común que  solicitara a sus alumnos que prestaran su vista para leer poemas en voz alta. A medida que un alumno leía, Borges iba comentando cada estrofa. En la transcripción original, sin embargo, los poemas recitados por los alumnos habían sido eliminados por completo. Al faltar esos versos, los comentarios de Borges acerca de estrofas sucesivas aparecían apiñados unos sobre otros de modo indescifrable. Para reponer la coherencia, las estrofas recitadas por alumnos fueron buscadas consultando las fuentes. Los comentarios de Borges fueron luego intercalados en una verdadera tarea de montaje. Sin duda, un libro para seguirle el rastro.

 

2 comentarios para “El profesor Jorge Luis Borges

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