austerinvierno

 

Título: Diario de invierno
Autor: Paul Auster
Editorial: Booket, 2010

Paul Auster encarna,  a si mismo, lo que hoy en día es una tendencia en la novela moderna. Narra desde el «yo» y nos entrega una autobiografía en la que enumera cada uno de los lugares en los que vivió, sus relaciones amorosas y familiares. No apela, sin embargo, a lugares comunes ni a descripciones sencillas. A cada una de ellas trata de darles un significado personal que siempre va conectado con alguna de sus experiencias. Pese a estar encasillado en el rótulo de «Diario», este es un verdadero anecdotario de lujo.
“Quizá tengas miedo de lo que pueda pasarte si te dejas llevar, de que en cuanto te permitas lloras ya no logres detenerte, de que el dolor sea demasiado apabullante y te deshaga en pedazos y como no quieres perder el dominio de ti mismo, te mantienes firme frente al dolor, te lo tragas, lo encierras en tu corazón”.

Auster se plantea como un hombre de 64 años que poco a poco va recordando algunos episodios que lo han marcado. No hay un hilo conductor entre cada uno de sus recuerdos. Sin embargo, su manera de narrar, fresca y desenfadada, otorgan a la narración con un halo de brillantez en lo desagradable. No se trata de una idealizada imagen del autor sino todo lo contrario; un hombre débil, que hace lo que le gusta pero siempre vive al límite y a salto de mata, sin lugar fijo en el mundo.

El relato está planteado siempre en segunda persona, el autor se asume como un personaje más y es un personaje que cuenta con la ventaja de ser él mismo y eso le da a la introspección la verosimilitud necesaria para ser leíble.

Auster vuelve la mirada sobre sí mismo y desnuda algunas señales de la vejez. En el pasado o en el presente las historias van corriendo libremente: un accidente infantil mientras jugaba al béisbol, el descubrimiento del sexo. Pero si me preguntaran acaso con qué episodios me quedo, definitivamente hay algunos que marcan “plots” dentro del libro. Por ejemplo, su aventura sexual con una prostituta en Francia, de la cual dice fue la última mujer que ejercía el oficio con la que se acostó y, a su vez, la primera vez que se sentía tratado con cariño.

“Me enseñó más de lo que debía aprender. Pero me enseñó, sobre todo, que ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía”.

Quienes jamás han leído al autor, pienso, este es un buen punto de partida. Pese a ser uno de los libros menos enrevesados de Auster (Mucho más ligero que Leviatán, Trilogía de Nueva York o Experimentos con la verdad), la prosa es amable y nos permite seguirlo mediante la tendencia que lo marcará a lo largo de su trayectoria narrativa: la introspección.

Otras impresiones:

* El lector se identificará con muchos rasgos de Auster, y reflexionará sobre su propia vida. Cómo nos determinan la familia, los factores externos, el tiempo, las parejas, los hogares, y el azar; los acontecimientos fortuitos, las planificaciones, el amor y la pasión, y la vida misma, esto, presente en todos nosotros, nos invitará a reflexionar. Atrévanse a adentrarse en los invernales días de la vida de Paul Auster. (El lector empedernido)

* Paul Auster, «uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo» (San Francisco Chronicle), vuelve aquí su mirada sobre sí mismo. Treinta años después de la publicación de La invención de la soledad, su primer libro en prosa, Auster parte de la llegada de las primeras señales de la vejez para evocar episodios de su vida: el despertar del deseo sexual, los lazos del matrimonio, un accidente de coche, la muerte de su madre o las 21 casas en las que ha vivido. (Planeta de libros)

Deja una respuesta

Regístrate

O con tu correo

Inicia sesión

O con tu correo