Por Rosalí Leon-Ciliotta
Habían empezado a disfrutar realmente la vida desde que descubrieron los cupones. Una cena en un restaurant de lujo por menos de 30 euros, joyas Swarovski a 15 euros, tratamientos de belleza y spa por menos de 25. ¡Era indecible la cantidad de cosas que siempre habían necesitado y nunca lo supieron!
No solo habían renovado la casa y redescubierto la libertad de la vida, sino que hasta los habían contactado de Discovery H&H para preguntarles cuánto habían ahorrado hasta ahora con sus cupones y grabar un episodio con ellos. Y sacaron la cuenta, lo que hizo que compraran más y más cupones. Su cuello era un museo de collares; el brazo de él, una vitrina de relojes; su sala y dormitorio, una página de catálogo montada encima de la otra. Y encima, y encima… hasta que ella se quedó sin cuello, él sin brazo, y la casa sin espacio.
Bellos estaban, llenos hasta reventar, con cambios de look hasta que ya no había qué cambiar.
Al llegar el equipo de H&H, sus 15 minutos de fama se esfumaron cuando no pudieron abrir la puerta —tampoco habrían podido pasar por ella—, y la entrevista desde la ventana de la casa no iba a alcanzar para un episodio del programa.
Foto tomada de: Research Gate
Hermosa.
No se si esto clasifica como poesía.
Con esta pandemia y tanto expresiones incluyentes ya no se sabe que esperar.
Suerte
Vi que este tuyo no es poesía sino narrativa. Ya es un principio de alivio.
Buenas letras