Título: La formación de la tradición literaria en el Perú
Autor: Antonio Cornejo Polar
Editorial: Centro de Estudios y Publicaciones, 1989
El año pasado se cumplieron 25 años de la publicación del libro La formación de la tradición literaria en el Perú (Lima: Centro de Estudios y Publicaciones, 1989) del insigne crítico peruano Antonio Cornejo Polar (1936-1997), primera obra pilar para entender nuestro acontecer histórico-literario en que sistematiza sus ideas que expusiera antes en diversos y numerosos artículos en revistas y capítulos de libros (valga señalar aquí su trascendental rol que tuvo como fundador director de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana).
Por:
Jorge Ramos Cabezas
Luego, en 1994, publicaría Escribir en el aire, su otro gran ensayo en que ampliará, aplicará y explicará en detalle las categorías propuestas ya en el libro del que damos cuenta en las líneas que siguen, y a modo de humilde y necesario tributo (no sin antes saludar también la publicación de dos volúmenes antológicos del pensamiento de Cornejo Polar, que han aparecido en fechas cercanas a este aniversario: Crítica de la razón heterogénea. Textos esenciales, a cargo de José A. Mazzotti [Lima: Asamblea Nacional de Rectores, 2013]).
Sin duda, consideramos que Antonio Cornejo Polar con su libro La formación de la tradición literaria en el Perú (1989) funda una nueva línea de interpretación de nuestra literatura, alejándose de todo carácter teórico inmanentista, y volviendo a las reflexiones de Mariátegui en la necesidad de vincular lo literario con lo social y político, con una apuesta crítica realmente innovadora en el medio. Siguiendo las lecciones del profesor sanmarquino y discípulo privilegiado de Cornejo Polar, Américo Mudarra (cf. cualquier clase suya sobre el tema en las aulas de San Marcos), coincidimos en que aquel inaugura un tercer momento, que viene a ser el último y vigente hasta ahora, en la crítica e historia literaria peruana (el primer momento lo conformarían Riva-Agüero, Sánchez y Mariátegui —El carácter de la literatura del Perú independiente, 1905; Literatura Peruana, 1928, y Los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, 1928, respectivamente—, y el segundo, Wáshington Delgado con su Historia de la literatura republicana, 1980) proponiendo un ensayo que derrumba todo aparato oficial y canónico que propugnaba una unidad armónica y una historia única y lineal de nuestras letras, utilizando para esto todo un corpus metodológico nuevo tomando, claro está, algunas pautas de Mariátegui (pluralidad literaria) y de Delgado (tensiones, oposiciones) y reformulando toda concepción que se pueda tener de historia, de pasado, de tradición y de literatura, finalmente.
Creemos, entonces, que la importancia de Cornejo Polar reside en la renovación de la crítica y la historia literarias, que hace, al plantear un nuevo marco teórico-metodológico para el análisis de nuestro proceso literario, interrogándose por cómo se han forjado las diversas tradiciones en nuestro país y de qué formas han llegado a ser hegemónicas o subordinadas en su momento, respondiendo a un proyecto nacional determinado, desde los costumbristas hasta Arguedas. Hay que tener en cuenta que el autor solo trató en su estudio de la literatura llamada “culta” o “escrita en español”, dejando en un capítulo final las literaturas indígenas y populares, por la sencilla razón de su incompleto conocimiento de las mismas y por la confesa necesidad de un ahondamiento más profundo en dichos sistemas, requiriéndose, creemos, todo un estudio aparte; pero aún así es importante saber que los conflictos descritos se dan no solo entre sistemas opuestos y diversos, sino también en el interior de cada sistema, así pues, en la literatura nuestra escrita en español se forma una tradición hegemónica, oficial y canónica en tensión constante con una subordinada, marginada o alterna, siempre. Y hay ocasiones en que salen a relucir, en debate abierto, estos conflictos antagónicos: un caso palmario último de esto sería el pleito público que se dio entre los mal llamados “andinos” y “criollos” a raíz de un congreso literario realizado en Madrid en el año 2005, por ejemplo.
Así pues, su preocupación por la necesidad de volver a pensar la historia y la vinculación insoslayable, que hace, de la literatura con nuestro proceso político-social para entender a cabalidad nuestra pluralidad conflictiva; las nuevas herramientas teóricas que incorpora (hegemonía, subordinación, totalidad contradictoria); los sistemas que postula enriqueciendo el corpus (culto español, popular e indígena); su preocupación por retomar un asunto que fue prioritario en los años 20 y luego abandonado: el problema de lo nacional; su afirmación de un pasado dinámico que se reconstruye de acuerdo a la imagen de nación de cada grupo humano, y sobre todo la demostración (histórica) que hace de cómo dialécticamente en esa lucha de sujetos sociales, todo sistema subordinado puede emerger, liberarse y constituirse, luego, en hegemónico, hacen de La formación de la tradición literaria en el Perú un texto que subvierte todo lo escrito hasta entonces y por lo que consideramos que se mantiene vigente en su parte esencial, quedando aún pendiente formular un aparato metodológico con el que se pueda abordar adecuadamente las literaturas populares e indígenas (en que se consideren todas las expresiones nativas —incluyendo las amazónicas, por ejemplo— y no parcializarse en las quechuas, como parece hacer Cornejo Polar en su libro) así como resolver ese utópico final arguediano en que no habría más problemas opósitos siendo nuestra totalidad, entonces, no contradictoria sino “fraterna” e “integradora”.
Finalmente queda decir que el pensamiento de Cornejo Polar está vivo y latente y que si bien finaliza su texto deseando una totalidad ideal ya no conflictiva ni desgarradora, cierto es también que no se desliza de este comentario ninguna idea de unidad. Lo que se desprende de su utópico final es la existencia, algún día quizá, de una pluralidad desjerarquizada de fuerzas que construyan en común acuerdo sus destinos, sin estar más “engrilletados” (subordinados) ni “embrutecidos por el egoísmo” (hegemónicos) viviendo en la misma patria “feliz, todas las patrias”, al decir de Arguedas. Repetimos: es una construcción utópica que en la práctica real, vista desde nuestro aquí y ahora, sería imposible darse; sin embargo, vale toda especulación teórica que pueda alzarse al respecto y problematizar sobre la misma, en tanto y cuanto deseos de extinguir toda injusticia social y de convivir en reconocimiento de nuestras diferencias viviendo en un país justo, solidario y humanista. Mañana, quizá mañana sea el día.
Una entrada al libro:
“La historia no solo marcha hacia el futuro, con la producción y eslabonamiento incesantes de nuevas obras, sino también hacia atrás, remodelando en cada momento el pasado y definiendo cuál es el que funciona como matriz de todo el proceso. Se observará entonces que la historia no es siempre la misma, que cada instancia decisiva del desarrollo de la sociedad y cultura peruana la recompuso y modificó en función de proyectos nacionales disímiles, aunque estos fueran incipientes, irrealizables o burdamente restrictivos, y que nunca hubo una imagen consensual de la raíz y de la literatura del Perú. La conflictiva multiplicidad de nuestras tradiciones literarias es parte de la densidad heteróclita de la literatura peruana en su conjunto, de la índole quebrada de una cultura sin centro propio, o con varios ejes incompatibles, y de una sociedad hecha pedazos por una conquista que no cesa desde hace varios siglos” (pp. 18-19).