Canción del paso alegre – Eugenio Andrade (Portugal)

En el invierno el viento está como dios

en todas partes: en la cabellera verde de los cometas,

en el largo y turbulento sueño de los niños,

en los ciegos fundamentos de la alegría.

Ten piedad, le digo,

sé bueno con los desamparados,

sonríe a quien vuelve tarde a casa –la boca

amarga del fermento de la tristeza.

Al igual que dios, el viento

baila indiferente sobre la arena.

 

Ecosistema – Leydy Loayza (Perú)

Amanece mojado, ha llovido en el vestíbulo del cuarto menguante de mi corazón

Tu botón, ha mojado mi cama

Tus relinchos han lacerado el recuerdo

Que habita la sombra de lo que soy

Tú, hembra, como nunca has profesado el verbo que faltaba en esta habitación

Te he sembrado capulíes en los labios

He hablado con el hambre a cuestas

Te he dejado con el brillo vespertino en tus lagunas

Y mi naturaleza se ha acostado en el campo de tus flores matinales

haciendo la lluvia

Amanece mojado y no he olvidado que tu mejilla es el estetoscopio de mi vida

Acostada auscultando siempre mi pecho

Has amarrado mi sangre con tu sangre

Cociendo con el ritmo de tu baile

Mi alma con tu alma

Amanece mojado y en diluvio prematuro

Hemos naufragado por esta corriente

A contra corriente, sacrificando un amor

 

Animal de invierno – José Watanabe (Perú)

Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.

Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.

Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.

He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.

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