(CINE) El cine me ha presentado a otro de mis escritores favoritos. He visto Aullido, de Rob Espetein y Jeffrey Friedman, y me he enamorado de Allen Gingsberg. Allen fue uno de los más importantes poetas de la Generación Beat, junto con Jack Kerouac –quien le inspiró- y William S. Burrughs. Él tenía la seguridad de que su función era enseñarle al mundo a expresar sus sentimientos de la manera más sincera y visceral… y que la comunicación con la musa tendría que ser tal cual uno hablase con uno mismo.
Por: Alexiel Vidam
Los críticos que arremeten contra Ginsberg le tildan de mal escritor, de no tener una buena forma literaria, pero al mismo tiempo defienden a capa y espada el estilo de Walt Withman, a quien reconocen como fuente de inspiración de Ginsberg.
Ya se lo había dicho el psiquiatra cuando él le cuestionó preocupado:
“¿Y qué pasará cuando sea viejo y tenga manchas de orina en mis pantalones y nadie me ame y tenga el pelo blanco y nada de dinero y sólo hayan mendrugos de pan en el suelo? Y él me dijo: No te preocupes por eso, tú eres encantador, y la gente siempre te va a amar así…”.
La respuesta no podía ser más acertada.
Dejo aquí el fragmento inicial del poema… como para animarles a ver la película e investigar más sobre el autor.
“Vi los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.
Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados.
Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.
Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes.
Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York.
Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas…”
Tomado de: Cinematosis Crónica