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Autor: Renato Bertoni
Editorial: Balmaceda Arte Joven- Chile, 2015

(RESEÑA) Poemas para que no le tiemble la Pera es un poemario que (re) conozco como tal y  propio de tiempos pretéritos en estado de vagancia por calles aledañas a Gran Avenida, un cabro chico pelusa de piel partida, las zapatillas desabrochadas y húmedas, las manos en los bolsillos, esperando la ocasión que le regale un despistado.

“Estoy cansado y desgarrado por dentro.

Cada vez que escribo vuelvo a sentir lo mismo,

como una navaja rasgándome las carnes”

Alfredo Gómez Morel

 

Por:

René Silva Catalán

Sin nombre ni apellido desde su mundo creció para saltar la pandereta que separa esos dos mundos la población de la villa, el condominio del pasaje, el rincón llamado potrero, cancha o en este libro con vista panorámica desde las alturas del cerro Renca, de frases choras y angustiadas  sin la cursilería y la omisión religiosa e histórica de las  “S” al final de la oración y/o la negación total de las afeminadas “D” también finales, de la palabra Prosperidad que vive en otros barrios.

 

Poemas para que no le tiemble la Pera creció en centros de menores como de carabineros y se atreve a dialogar e indagarnos como sociedad,  desde las capas bajas, desde la promesa del ascenso económico y social, pero también desde la desesperanza humana y territorial. La primera vez que disfruté este poemario, recordé al personaje de la película chilena “Valparaíso Mi Amor”, Pedro conocido con el seudónimo callejero del “Chirigua”, un cabro chico que da cuenta como también este poemario, de una marginalidad sin escape. Renato crea en el libro imágenes poéticas que dan cuenta del trágico destino de algunos y de lectores que no sienten culpa ni responsabilidad, sino más bien placer por el lenguaje y desarrollo casi fatalista de la vida del delincuente, concepto central creativo poderoso en el libro, donde dialoga el tremendo desamparo en una ciudad que no compartimos, textos manejados con el desafecto de quien vive en la calles, pero también con la ternura de la biología que habita esos mundillos, la poesía acá (re) descubre y también denuncia entre este cruce de arte, coa y la cultura popular cebolla, que se manifiesta sin artimañas en cada una de las 65 páginas del libro.

 

 

Esta imagen de un delincuente habitual que se relata, también explotada hoy en las teleseries y en noticiarios de horario prime, de una manera errónea circense y como si fuese el único suceso noticioso que necesita Chile, con paneos de imagen a cicatrices y tatuajes azules de la virgen del Carmen en el pecho y brazo de estos Chirihuas con el nombre de sus hijos provenientes de artistas regetoneros o deportistas gringos habitante de Renca, pero que representa a cada uno de los barrios de nuestro Recomiendo Chile.

 

Por lo tanto uno de los aportes del poemario, desde su nombre, es el trabajo al lenguaje cotidiano de nuestras calles a través del coa, del choro vivo o mejor dicho marginal, de acuerdo a las propias experiencias del autor, quien trabaja la trasformación de la imagen ciudad a través de los códigos callejeros, presente en cada esquina del libro, como testimonio del habla popular por generaciones y dice presente con modismos actuales y vocablos y señas tomadas del hip hop y las maras centroamericanas. Como buen soldado de la tía o la abuela de esta esquina, el poemario no quiere huir ni marcharse y tiene un atributo mayor, la imagen poética, texto cortos, jugados y como en la lucha diaria por sobrevivir en la calle de pocas palabras, Bertoni juega principalmente con el doble sentido (nada tiene que ver con lo sexual, pero si como un código pandillero y canero), gesticulaciones físicas propias de la jerga delictual, pero que también pasa y se alimenta de la rica cultura musical, también presente en el poemario, una primera escuela como construcción del lenguaje poético para Renato e imagino desde una de las grandes referencias del hip hop latinoamericano, hijos pródigos de Renca, Los Panteras Negras:

 

“Yo digo la pulenta de lo que pasa afuera

De lo que pasa el la calle la vida de cualquiera

Bailen el Rapulento no sean envarao

Te pailan la cara lo lipo-asustao”.

 

Tendencias musicales como el hip hop, rap y punk, funcionan y permiten construir las vías de escape en estos pasajes y poblaciones, pero también como arma letal de denuncia a través de la rima, verso popular sonando fuerte el recargo a la cacofonía, pero es un recurso que también toma Bertoni, música y poesía forman esta subcultura creada también para alimentar el poemario, forma de auto-expresión que propone a la reflexión del espacio – historia, alternativa para desafiar al sistema, la evocación a un estado – ciudadano, las circunstancias de dicho entorno, favorecido o desfavorecido, pero que contribuye a un desarrollo artístico popular, con una mirada esperanzadora, a través de una escritura netamente metafórica y lírica que acompaña estos poemas:

 

 

No tenemos nada:

Ni paloma blanca,

Ni premios nobel,

Ni televisión,

Ni radio, ni intelectuales,

Tampoco policía,

Presidente vascongado

O presidente navarro,

A este paso pronto

Nos quedamos

Sin agua también.

Pero cuidado,

Porque un día de estos

Caerá un buen chaparrón,

Y en ese diluvio os ahogaréis;

Entonces sí,

Sabréis qué es

Ser cuerpos vacíos de contenido.

Somos todo eso

Y aún más, todo lo que

Queráis sin preocuparnos

Lo más mínimo.
Extracto de una canción de Negu Gorriak, tal como Renato en su poemario, se apropian del discurso marginal, como una forma de revolución que se toma la ciudad, esta vez con las manos heridas de poesía. Poemas para que no le tiemble la Pera, es parte de un motín poético fundado en 1857 en Francia, Las flores del mal de Baudelaire, abriendo los ojos a la sociedad burguesa y su revolución industrial, eslabón perdido de la globalización y capitalismo, negado a las alturas de Renca, Renato Bertoni, por lo tanto como un poeta antisistema, entonces también será recordado, como un poeta maldito.

 

Por lo tanto Renato, claramente amenaza a las oraciones con “S” y “D” final, que la poesía es y será siempre un estandarte de esa cara oculta, arrinconada en los extremos,      basureada y ahora último, esclavizada a la gordura del materialismo mediático, a todo aquello que adolece el orden social. En palabras de Ginsberg: “Lo único que puede salvar al mundo es la recuperación de la conciencia del mundo. Eso es lo que hace la poesía”. Eso logra este libro, hablar a través de un lenguaje sin miedo a erradicar, a tildarlo dentro o fuera de una generación de calugas en Las últimas Noticias o El Mercurio, más bien a dialogar desde una realidad fantaseada a través del humor, la ironía, una irreverencia poética que se aprovecha de la materialidad del texto para hablar de una realidad ajena para algunos:

 

 

“somos los Luchio Buiton

Con violencia

 

Los Merrel Oxicorte

 

Pertenecemos al lado

                         NORTH

                           FACE

e la capital”

 

Poemas para que no le tiemble la Pera, no es una lectura para refugiarse en el delorian ni en el aspartamo, tampoco en el alcohol y caer a destajo hasta la vista  baby por las laderas del cerro Renca, sino para alzar la voz desde lo adverso y desde la pobla, donde también existe el amor, también seguridad, un horizonte limpio y azul como también la muerte, que la poesía barre con la calle y el hombre, poesía que se defiende con los nudillos y a cabezazos, sin ataduras ni compromisos de lunes a domingo.

 

 

 

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