Título: Pedro Páramo
Autor: Juan Rulfo
Editorial: Anagrama, 2006



Por: Gianfranco Hereña


El pueblo yace desierto y sumergido en un silencio de sepulcro. Es en estas condiciones que Juan Preciado, hijo de Pedro Páramo, deberá envolverse en la difícil misión de hallar a ese padre que nunca conoció y que, según su madre agonizante, parece tenerle una deuda pendiente. Comala (nombre del pueblo) parece revivir a las personas muertas y estar infestado de seres espectrales que flotan alrededor de esta atmósfera.

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo —me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» 


Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer (…) Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿ Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? «La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted.» 


La narrativa de Rulfo ha sido capaz de acuñar al término «Páramo» como sinónimo de vacuidad y desamparo. Solo una gran novela como esta puede tener dichas facultades y es que en ella, pueden observarse técnicas narrativas bastante interesantes: va desde los saltos de tiempo hasta los cambios de voz, algo difícil de lograr si tomamos en cuenta la época en la que fue escrita.

He ahí lo peculiar de «Pedro Páramo». Se «mixean» las historias. La del padre de Juan Preciado( Es decir, Pedro Páramo) está escrita sin rigor cronológico. Quizás pueda llegar a confundir un poco. Sin embargo, ahí está presente la idea de que una novela la escriben a dos codos el autor y el lector.  Juan Preciado termina no siendo el único hijo de Pedro Páramo. Abundio (personaje de vital importancia al final), es uno de sus tantos hijos no reconocidos y un hermano que hace las veces de Caín. 

Estratégicamente colocado al norte y al sur de la obra, Abundio representa una idea presente a lo largo de todo el relato: la muerte. En sí, toda la atmósfera está cargada de este elemento y eso es lo que le da una carga externa de misticismo e interés aparte.

Un punto a favor de la prosa de Rulfo, es que el lector llega a intimar con Juan Preciado. A él,  lo conocemos a través de sus propios recuerdos y del amor perpetuo que siente por Susana, una chica con la cual volaba cometas. El dolor que siente cuando ella parte a un pueblo llamado Andrómeda lo pinta de cuerpo entero como un paria romántico, alguien que todavía se halla en la eterna búsqueda de la felicidad y que, indirectamente, tratará de hallar sumergido en ese viaje a Comala.

Esta es de esas novelas en la que los personajes cobran autonomía y son ellos quienes hablan a lo largo del relato. Las voces son frescas y auténticas. Recomiendo leerla no solo por la trama tan exigente que nos plantea sino por las metáforas que quien la lea debe descubrir.

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