Hace mucho tiempo, yo tenía una novia buena y hermosa. Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita.
Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su llanto me irritaba. Pero un día, un incidente que ni siquiera recuerdo me despertó el temor de perderla. El amor crece con el miedo. Mi conducta cambió. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el daño que había hecho y empecé a vivir para ella.
Le hacía el amor en todos los zaguanes. Le cantaba valses de Héctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por los lugares más hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas. Me hice sabio y generoso sólo para merecer su amor. Pero un día me dejó.
—No te quiero más —me dijo, y se fue.
Supliqué un poco, sólo un poco, porque era bueno. Después me puse a esperar la muerte sentado en un umbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo.
Indagué a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era una perpetua vigilancia.
Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido. Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda. La seguí entre las sombras y vi que se detenía en una esquina que yo conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y esperó, esperó mucho.
Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia, pero él la rechazó. Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diabólico. Cada tanto, me llegaban ráfagas de una risa vulgar. No podía concebirse un individuo más vil y detestable.
Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendió.
Al llegar a la luz de una avenida, pude ver que aquel hombre era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desdén cósmico que tanto me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores épocas. Con la impunidad de los necios.
No pude soportarlo. Pensé en cruzar la calle y pegarme una trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mí mismo dejar tranquila a aquella muchacha. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe qué decirme.
Se detuvieron un instante y pasé delante de ellos. Ella no me vio. Yo sí me vi. Me miré con un gesto de advertencia.
Después los perdí de vista y me quedé llorando.
Muy bueno, como siempre el Maestro nos deleita.
Fascinante, maestro. Felicitaciones.
Hasta dónde es viable La irrealidad en un cuento.
creo que cada autor debe marcar su universo y respetarlo.
Aquí este universo me parece no está bien marcado. porque en el cuento el protagonista dura 4 meses persiguiendola para el final darse cuenta que está es con él mismo.
Entonces ¿él mismo se encontraba de vacaciones por 4 meses?
atrapante….Perdon pero el final me pareció que no dice nada
Excelente minificción! Las minificciones no siguen las pautas de los cuentos tradicionales. Acá la mujer se enamoró de este hombre malvado. Cuando decidió encerrar a su parte malvada y se volvió bueno ella dejó de amarlo y el hombre bueno murió. Se volvió fantasma y sobrevivió su parte malvada a quien ella amaba.
El eje de la historia no es él, es ella con su tendencia masoquista. Tal vez por eso no puede cerrarla porque está mal direccionada.
El fondo del cuento difire de la forma, aqui se forza la forma para jusrificar el fondo ,esto pasa en muchos pasjes del cuento .No se pero presenti la intencion de la auto-observasion del autor,Tuve el deseo de que eso no pasara. Esa » auto-obsevasion» la vi en algunas peliculas… y narraciones…
Alejo, te escribe tu yo perfeccionista.
Alejo, ¿cómo puedes salir con que, ‘Pero un día, un incidente que ni siquiera recuerdo me despertó el temor de perderla?’ Alejo, por favor, yo necesito saber que ‘incidente’ fue ese, ya que me parece un twist importante en tu cuento. No me hagas pensar que eres un tipo flojo o falto de imaginación, o ambas cosas.
Espero que tomes mi comentario como una critica constructiva, ya que los vacíos informativos en un relato me dejan una sensación que ni siquiera recuerdo.