Título: Mírame cuando te ame
Autor: Fernando Iwasaki
Editorial: Peisa, 2005



Por:
Gianfranco Hereña

La profesora y el alumno, la mamá de tu mejor amigo, la aeromoza en pleno vuelo. Este es solo un pequeño muestrario de los eternos clichés eróticos de cualquier hombre en cualquier época o lugar, como imágenes que se repiten una a una dentro de nuestra afiebrada fantasía. Sin embargo,«Mírame cuando te ame», del escritor peruano Fernando Iwasaki, ha logrado envolvernos en una historia con ribetes de drama y una explosiva carga erótica. 

Iwasaki ha capitalizado en 79 páginas lo mejor de su talento narrativo; nos vuelve cómplices del universo que plantea y logra que cada página sea una pequeña muestra de goce interior, haciendo que los episodios sean casi adictivos.



El romance entre Enrique y Pilar (los protagonistas) se nos plantea desde el saque como un relato manido de los estereotipos que mencioné al inicio, pero página a página, el autor se encarga de hacernos llevadera esta situación. Las figuras que consigue con su prosa hacen que uno se ruborice y abrigue, acaso por contagio, la ligera esperanza de algún día poder ser nosotros los protagonistas de esta novela.

Pilar es la madre de Juan Carlos, un amigo de Enrique que tiene problemas para ingresa a la universidad. Enrique, por parte, se gana la vida como profesor de pregrado y por cuestiones humanitarias decide ayudar a Enrique. En las constantes visitas a casa de este «amigo», el protagonista irá descubriendo a Pilar, una mujer separada y que lo seducirá con un único objetivo: «Hacerlo hombre sin pasar por los percances
de la adolescencia».

Justamente de ahí parte el título y en sí, toda esta novela corta podría reducirse a un eterno juego entre aprendices y maestros, donde uno da más que el otro y en esa tarea, tan difícil de controlar, uno de los dos pierde. Aunque prefiero no develar el final, me queda la sensación de que pudo haber más, pero es justamente en esas ganas del «pudo» y al final «no ser» que creo radica el encanto de esta lectura.

Recomendable para leer de un tirón, sin pausas y preferiblemente en solitario (con los riesgos que leerla en un lugar público puede acarrear).

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