Por Rafael Alberti
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
Hermoso
Pedirle a Roma una vuelta de mano es demasiado pedir.Tiene demasiado para dar.La historia balconea desde las ruinas y abarca para atrás hasta perderse en el vientre de lo primigenio.Ay! para Rafael que fuera un Cesar andaluz,mirando su Cádiz eterna.
Marta Angélica Giustozzi . Roma es la gran metáfora para una revolución que pidió a entrega total, hasta la vida, a quienes se comprometieron con ella.maravilliso poema de un luchador inmortal por la igualdad y la dignidad humana
Encantador
Bello poema, lo que dejas ya no se recupera, todos vamos dejando cosas a nuestro paso por cada lugar.
Nunca escribiría yo, de saber, un poema de este estilo y temática.
Así es como dice Marta, lo que das ya lo entregaste…
No Hay vuelta atrás.
Dar sin expectativas… ,pero que difícil tarea por aprehender en la vida.
Ese es el verdadero amor.
Roma es amor.
Este poema me recuerda a Víctor Hugo «Niña» y todo lo que daría por su musa.
Bello……. cautivante……