“De esas camas la abuela dijo un día que eran ataúdes,
y de los que yacían dentro, que eran muertos.
Y al decirlo pensó que yo no entendería la palabra.
Y yo la entendí sin haberla oído nunca antes.
La llevé conmigo varios días, y en cada trozo de pollo cocido
en la sopa veía un cadáver,
y la abuela no volvió a llevarme a ver muertos”.
Herta Müller
(En tierras bajas)
Por: Gianfranco Hereña
Cuando se enteró de que su padre era un ex-miembro de la SS, la figura del héroe que tenía se desvaneció. Poco a poco, Herta entendió que las expectativas se iban diluyendo, también, a través del silencio. De adolescente, en plena dictadura de Ceaucescu, Müller tuvo que lidiar sola con esas turbamultas emocionales. Llegó a la tarima de la ceremonia en 2009 para contar esas historias y hacerlas nuestras a través de su literatura.
Algo había quedado, sin embargo, de ese primer choque emocional con las dictaduras. La escritora rumana confesó en su discurso que fue en ese momento – el de su padre – cuando desarrolló una afiebrada repulsión hacia las dictaduras. Siempre anduvo atrapada en ellas, si no era en la familiar era la del nefasto gobernador de Rumano, Nicolae Ceausescu, un comunista en cuyas ideas hallaría la piedra de toque en lo que sería su obra narrativa. ”La fantasía me hace trastocar una realidad que me duele”, le ha dicho al portal de diario digital.
Sus primeros escritos fueron anti-régimen y eso le valió un mayor aislamiento. Era peligroso que el entorno se enterara de su odio. Pero persistió, pues «con el miedo no se pierde la fantasía”, dijo alguna vez en alusión a las múltiples persecuciones que sufrieron tanto ella como su familia cuando tiempo después publicara «En tierras bajas» su primer libro de cuentos. En él pueden observarse las marcas de su infancia: la represión, la censura de opinión y, sobre todo, el abuso cometido contra todo aquel que pensara distinto al Gobierno.
Tras el incansable acecho del comunismo de Stalin, dirigido en conjunto con Ceaucescu, se dirige hacia Alemania y reside con fortuna gracias a su gran dominio del idioma. Empieza a trabajar como traductora y eso le vale para conocer las grandes obras literarias de autores que debido a la censura no llegaban a su país. Müller empieza a gestar una obra impecable y realiza diversos ensayos en contra del totalitarismo. Cada una de sus novelas y relatos, atacan con una prosa punzante todas estas marcas de su juventud.
Müller habló poco en su discurso. Apenas se limitó a dar las gracias y hablar casi de manera discreta sobre las obras que la llevaron hasta ese lugar. Si bien los totalitarismos en Europa censuraron su narrativa y, probablemente, sus ganas de expresarse oralmente, hoy no pueden ocultar su éxito ni la sonrisa con la cual recibió el galardón.
Excelente escritora, es una de mis favoritas. Muy lectora de García Márquez, se encargó de darle forma al realismo mágico rumano.
Más allá de eso, combatió siempre a los totalitarismos. Fue una afiebrada enemiga de ellos y nunca pudieron callarla. Vale oro esta mujer 😀
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