Título: El libro de los placeres prohibidos
Autor: Federico Andahazi
Editorial: Planeta, 2012

Por:
Gianfranco Hereña

Un burdel se ha montado en las riberas del Rhin. Lo curioso es que no es un burdel cualquiera, este yace dentro de un monasterio (El de las Adoratrices de la Sagrada Canasta). Un asesinato quiebra la calma habitual del lugar. Zelda, una prostituta, ha sido asesinada de forma espantosa haciendo que sus demás compañeras sientan también temor e incertidumbre.

Muy pocos sabían quedetrás de la sobria fachada se ocultaba el lupanar más extravagante y lujurioso del Imperio,lo cual, por cierto, era mucho decir. El burdel recibía su curioso apelativo como resultadode la conjunción del nombre de la calle en la que estaba situado y de la devota dedicación con que las putas de la casa se encargaban de dar placer a los privilegiados clientes. Durante el día, en aquella callejuela empedrada se abrían de par en par las persianas de las tiendas de los fabricantes de canastas, cuyos principales clientes eran los puesteros dela plaza del mercado.


Combinando los dos elementos exitosos que algunos escritores como Umberto Eco (Misterio: El nombre de la rosa) y Dan Brown (Religión: El código Da Vinci)  lograron acoplar en sus novelas, Andahazi plantea la idea del: «libro de los placeres prohibidos». Este texto será la clave para descifrar los asesinatos que parecen ser en cadena. Asimismo, es una novela histórica y de intrigas, que tienen a nada más y nada menos que a Johannes Gutemberg como personaje de trama.El inventor de la imprenta vive recluído en una abadía a los extramuros de la ciudad de Estrasburgo. Es ahí donde Gutenberg realiza experimentos con una máquina extraña, pero que todos sabemos que se trata de la imprenta. Esta es considerada un arma sediciosa, pues tiene la capacidad de reproducir millones de copias de los libros. Era predecible que por esta causa, en lugar de ser felicitado, se granjeara una serie de enemigos por parte del gran perseguidor de la época:  Sacro Imperio Romano Germánico.

Como prueba de lo que decía, Johannes extrajo de una talega el artefacto en miniatura y lo depositó sobre la mesa de trabajo de Konrad. Si el aspecto de Johannes resultaba estrafalario, el pequeño y complejo mecanismo era, incluso para los ojosexperimentados de Saspach, incomprensible.

 — Necesito que construyas esta máquina cuanto antes y, desde luego, con la mayordiscreción —dijo Gutenberg. — La discreción es más cara que la urgencia —dijo Konrad, un poco en broma, un poco en serio. 
Saspach tomó una lupa y examinó cuidadosamente la maqueta.

Sin quererlo, el inventor alemán ayudará a resolver los crímenes mediante su gran invento y se teje un thriller que, con prosa ágil y sencilla, logra adentrarnos en la borrascosa Europa medieval. 

Dista mucho de pretender o de querer ser una novela de culto. Pero sin lugar a dudas, es un libro como para leer en ratos libres y sin pretensiones.

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