elavaroloayzaTítulo: El avaro y otros textos
Autor: Luis Loayza
Editorial: INC, 1974

«El avaro y otros textos, sólo confirmó la prosa ágil y minuciosa que tanto caracterizaba a Loayza y que, años después, llegaría a su máximo esplendor con Otras tardes. En esta edición, el libro se divide en cuatro secciones: “El avaro”, “Griegos”, “Vocabulario y otros textos”, y “Retrato de Garcilaso”».

Por:

Stephan Enríquez

El avaro no sólo representa el debut literario de Luis Loayza, sino también un hito dentro de la narrativa peruana contemporánea. Su primera publicación, que data de 1955, contaba con menos de una decena de prosas que en conjunto superaban a penas las veinte páginas. Sin embargo, la obra despertó el interés de la crítica especializada debido a su carácter poético y la belleza estilística de su pluma. Casi veinte años después, en 1974, el Instituo Nacional de Cultura reeditó su opera primera, añadiéndole algunos otros relatos inéditos o publicados previamente en revistas. Así, El avaro y otros textos, sólo confirmó la prosa ágil y minuciosa que tanto caracterizaba a Loayza y que, años después, llegaría a su máximo esplendor con Otras tardes. En esta edición, el libro se divide en cuatro secciones: “El avaro”, “Griegos”, “Vocabulario y otros textos”, y “Retrato de Garcilaso”.
“Sé que cuando voy por la calle y un conversador se inclina al oído de otro y disimuladamente me señala, está diciendo que soy el avaro. Sé que cuando llega un traficante de telas o mujeres o vinos y pregunta por los hombres de fortuna, me nombran pero añaden: «No comprará nada, es avaro».”
Las tres primeras secciones comparten una estructura atemporal, tácita, fragmentaria, pero exacta a la vez, en el sentido de que no sobra ni falta ninguna palabra demás. Fácilmente cada prosa podría considerarse como parte de un relato más extenso. Pero he ahí la maestría de Loayza: la capacidad de contar una acontecimiento sin situarlo en algún tiempo determinado, dejando que el lector sea quien complete el texto en su mente. Como si éste hubiese sido escrito minutos antes de empezarlo a leer.

“El sueño seca las llagas del enfermo y lo distrae de su dolor y su tristeza. En el sueño un asesino puede olvidar su crimen, un miserable su necesidad. Se anula el tiempo y recobran color las mejillas gentiles de los muertos que amamos. Otra vez podemos acariciar una piel ya destruida, pero que se ofrece a la mano del que duerme con la suavidad y la frescura que la memoria desespera en reproducir. El sueño trae gozo aun a quien la realidad despreció: el esclavo, dormido, da ordénes; el mendigo, limosnas. Cada noche el último de los hombres es, por unas horas, otro: despreocupado, feliz, libre de sí mismo.”

Así, el autor juega con la no-existencia de sus personajes, los cuáles cobran vida al momento de leer cada uno de sus cuentos. Para ser más precisos, quizás no sean los personajes en sí quienes se proyecten más allá del libro, sino los textos mismos. Cabe resaltar la influencia borgiana y kafkiana en estos primeros textos, que, no por ello, dejan de ser originalísimos.

“Las abejas tardaron millones de años en construir la colmena que ahora repiten. La constante búsqueda de esta solución exigió, indudablemente, la creación de un lenguaje y el profundo conocimiento de la arquitectura y la ciencia matemática; logrado su objeto, estos medios fueron olvidados por innecesarios.”

Sin embargo, en “Retrato de Garcilaso”, Loayza opta por una narrativa más lineal, pero siempre fiel a su prosa poética y minuciosa. Este relato, que además de romper con el esquema estilístico que previamente se había mantenido en sus demás textos, posee una extensión mucho más amplia a comparación de las otras. Aquí el autor nos cuenta, desde su propia visión, la vida de uno de nuestros más grandes escritores: Inca Garcilaso de la Vega.

“Mira otra vez los papeles que tiene en las manos como un mensaje enviado de lejos y hace tiempo, pero sabe que es un hombre distinto y está tranquilo. Sus manos le ordenan y su inteligencia, como separada de sí, imagina las páginas que escribirá para dar testimonio de algo que ha nacido. Garcilaso escribe, a su habitación entra la clara mañana después de la tarde, y el Inca Garcilaso de la Vega, el primer peruano, está escribiendo en amor natural de la patria.”

“El avaro y otros textos”, por ende, se presenta como una excelente e indispensable introducción a la narrativa de Loayza, la cual, mediante breves pinceladas líricas, nos envuelve en un constante placer estético (raras veces encontrado en nuestra literatura).
Como dije en la reseña de Otras tardes, es necesario leer a Loayza.

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