La vida de Dulce María siempre estuvo marcada por el claustro y la represión. Para ella, ser educada como la hija de una renombrada familia en La Habana significó llevar la escuela a casa y, años después, mantener sepulcral silencio a raíz de la Revolución Cubana de Fidel Castro.  Se destaca, principalmente, las relaciones que logró entablar. Viajó mucho. Recorrió América Latina y Europa, donde conoció a Federico García Lorca y la poetisa chilena Gabriela Mistral (quien ganó el Premio Nobel en 1945), el autor cubano Alejo Carpentier y el escritor español Juan Ramón Jiménez, también ganador del Premio Nobel.

Como homenaje a su trayectoria, obtuvo el Premio Cervantes 1992, el mismo que en su momento se le otorgara también a importantes figuras de la literatura Latinoamericana como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Octavio Paz.

Pero si hablamos de su obra narrativa, definitivamente «Jardín» destacó por encima de todo.

He aquí una breve reseña sobre la novela:

Jardín se mantuvo guardada con llave en una gaveta, hasta que la tenacidad de María Teresa Aranda de Echeverría-fundadora de la sociedad de Artes y Letras Cubanas, hizo posible que se mecanografiara y se le entregara a la declamadora Aida Cuellar de Valdés de la Paz, la primera en escribir un ensayo sobre el libro, titulado Ala y raíz en el Jardín de Dulce María Loynaz, leído en dicha sociedad, el 3 de febrero de 1950.
En la primera parte de su novela, Dulce María nos presenta a Bárbara junto a viejos retratos, que le hablan de un pasado que ella presiente como una profunda soledad en su vida y tiene una espiritual concordancia con las cartas, las más recientes y las más antiguas, las llenas de poesía y las más arrebatadas, tiernas, suaves y misteriosas cartas que pueden escribirse, a las que se dedica íntegra la tercera parte de Jardín.

La obra es autobiográfica, en contra de la negativa de la autora. El jardín es el mismo de la casa situada en la calle Línea, esquina 16, en el Vedado. Un jardín selvático, que tiene largas y tentaculares raíces retorcidas, que van abarcándolo todo. Rodeado de altas rejas. Bárbara es Dulce María. Las cartas líricas y repletas de amor de Pablo Cañas están en la novela y Enrique de Quesada es el que absorbe, como una planta. Estos dos hombres, cada uno a su modo son inspiradores directos de esta magna obra. (Más detalles en: Educared)Poesía.

He aquí algunos de sus poemas. Completos en: http://www.los-poetas.com/m/dulce1

LOURDES

Esta muchacha esta pintada
en un papel de arroz que es transparente
a la luz; ella vuela en su papel
al aire… Vuela con las hojas secas
y con los suspires perdidos.
Es la muchacha de papel y fuga;
es la leve, la ingrávida
muchacha de papel iluminado,
la de colores de agua…
La que nadie se atrevería
a besar por el miedo de borrarla…

ESPEJISMO 

Tú eres un espejismo en mi vía.
Tú eres una mentira de agua
y sombra en el desierto. Te miran
mis ojos y no creen en ti.
No estás en mi horizonte, no brillas
aunque brilles con una luz de agua…
¡No amarras aunque amarres la vida!…
No llegas aunque llegues, no besas
aunque beses… Reflejo, mentira
de agua tus ojos. Ciudad
de plata que me miente el prisma,
tus ojos… El verde que no existe,
la frescura de ninguna brisa,
la palabra de fuego que nadie
escribió sobre el muro… ¡Yo misma
proyectada en la noche por mi
ensueño, eso tú eres!… No brillas
aunque brilles… No besa tu beso…
¡Quien te amó sólo amaba cenizas!…

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