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Sentados en una mesa del Burger King, el autor conversó con nosotros sobre lo que significó escribir su más reciente publicación. Según afirma: «Este es definitivamente mi trabajo más individualista» y señala que ya trabaja en un próximo proyecto que «Será totalmente distinto».

Por:

Gianfranco Hereña

Apareció dentro de la hora señalada. Ahí, en el Burger King, donde se desarrolla la segunda parte de su novela, Francisco Ángeles se pasea por las mesas. El paisaje le resulta familiar. Sonríe mientras analiza el patio y comenta que en un inicio, el título no sería «Austin, Texas 1979» sino «Papas fritas» pero que por múltiples razones descartó esa alternativa. Trae consigo un bolso de color rojo y la vista cansada tras dos presentaciones (una en San Marcos y la otra en Librerí Sur). A su costado, Jennifer Thorndike (su novia) trata de colaborar con los planos. Sugiere que Francisco esté de espaldas a la Javier Prado, un ambiente urbano preciso que sirve como marco para el vídeo. » Será una entrevista corta, que sirva como booktrailer», digo y después echo a andar la grabadora. Se hace el silencio.

G: ¿ Sobre qué va Austin, Texas 1979?

Es la historia de una persona que está cercana a cumplir treinta años y que tiene una especie de crisis. Eso le hace replantearse sobre su vida, si lo que viene haciendo está bien o si debería cambiar. Eso es un poco lo que une a todas las historias. La idea es preguntarse cómo es que uno llega a un punto determinado, desmenuzar los hechos para saber qué cosas han pasado para que yo esté aquí y ahora.

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G: ¿Tenías clara la idea de que fuese una historia en tres partes?

No desde el inicio, pero si. Los personajes están siempre contando historias. El narrador le cuenta una historia a su psiquiatra y éste luego conoce a una chica que le cuenta otra historia más y así, hay una especie de doble juego donde el relato es como un regalo para otra persona. Y quien lo recibe lo termina valorando porque sabe que puede ser una conexión con su propia vida, es decir, lo hace replantearse cosas. No concibo esto como un desfogue sino un intento de comprender la vida y cuáles han sido esos momentos en los cuales esa vida se define y uno decide hacer algo o dejar de hacerlo. Hay personas que me han dicho que esto se puede leer como un diario. Eso me gusta, aunque no necesariamente sea eso.

G: El personaje de Austin, Texas tiene un aire bastante autobiográfico. ¿Crees que a eso apunta la narrativa de hoy? Es decir, ¿Crees que las novelas de hoy apuntan a la autoficción y ya no tanto a una gráfica total como en el Boom Latinoamericano?

A mi no me queda claro todavía cuál es la diferencia entre ficción y autoficción. Tomando en cuenta que siempre hay una conexión con la propia biografía. Lo que si me queda claro es que no hay una sola sensación presente en la novela que yo no haya experimentado. Yo he tratado de explotarlo y con eso construir personajes. En lo que si te doy la razón es que esta es mi novela más individualista, definitivamente. En algún tercer trabajo ya no será así.

G: En ese caso, ¿La novela se escribe sola o es el autor quien decide? Quiero decir, ¿En algún momento los personajes cobran autonomía?

Yo creo que depende del autor. A mi, personalmente, me gusta darles vida y ser yo quien la maneje. Es muy metafórico decir que son ellos quienes terminan por decidirlo todo. Eso puede pasar, si, pero si uno quizás no tiene clara la idea de la novela y se termina escribiendo en piloto automático. Todos los personajes son una mezcla. Tienen cosas mías, cosas de otras personas y si hablamos de independencia, el único personaje real es el conejo.

G: ¿Y si hablamos de referentes? Porque al escribir uno siempre apela a voces conocidas y saca a relucir su bagaje literario ¿Qué autores consideras que pueden o han hecho algo similar?

A mi me gusta la forma de la novelas en las cuales un personaje le cuenta a otro una historia. En ese caso, recuerdo tres casos muy puntuales. El primero, Piglia en «Respiración artificial». Por mucho tiempo fue mi novela favorita, donde casi toda la segunda parte es uno de los personajes contándole a otro (a su sobrino) acerca de cómo terminó enseñando lógica en un colegio de Argentina para estudiantes pre-universitarios y eso, increíblemente termina por definir su vida. La segunda es «Los restos del día»  de Kazuo Ishiguro. Ahí hay un personaje muy famoso que fue mayordomo de una familia aristócrata. Y él va recordando toda esta historia mientras va recorriendo todo el país en su auto y va a reecontrarse con su antigua ama de llaves. Y la tercera es una de Javier Marías «Mañana en la batalla piensa en mi»,  donde también la oralidad está bastante presente. Por eso ahí se da el juego de expectativas. Me parece mucho más interesante que no solo sea el lector quien esté atento al relato de otra persona sino también un personaje dentro de la novela.

G: ¿Y tu siguiente proyecto dices que es totalmente distinto?

Si. Para adelantar algo diré que es una historia real y que se desarrollará completamente en Estados Unidos. No es una historia que me ocurrió a mi sino a otra persona. También la tengo concebida en dos partes y una de ellas se realizará en un país latinoamericano que todavía no decido.

Reseña del libro: https://elbuenlibrero.com/austin-texas-1979-francisco-angeles/ 

Vídeo de la entrevista aquí:

 

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