Arthur Rimbaud y Paul Verlaine están entre los poetas más recordados de la historia de la literatura. Se les conoce como “Poetas Malditos”, ya que alborotaron la Francia del S. XIX con sus versos punzocortantes y su estilo de vida bohemio.

Por:

Alexiel Vidam

Rimbaud era un adolescente. Casi un niño, en realidad, pero tenía una pluma revolucionaria y un espíritu indomable que sorprendía y escandalizaba al mismo tiempo. Siempre estuvo seguro de lo que quería decir, pero buscaba también dominar el modo preciso de transmitirlo. Fue por ello que envió una carta con sus poemas a Paul Verlaine, eminente poeta simbolista, como lo vemos en la película Total Eclipse, de Agnieszka Holland.

Leonardo Di Caprio interpreta a Rimbaud. Un joven de 16 años sumamente pobre, harto de vivir con su madre estricta, en el aburrimiento del trabajo de campo. Él viaja a París y se queda a vivir con Paul Verlaine (David Thewlis), pero pronto debe mudarse debido a que sus terribles modales espantaron al padre de Mathilde (Romane Bohringer), esposa de Verlaine.

Aun así, el contacto entre ambos escritores no sólo se mantiene, sino que se consolida en una relación de co-dependencia.

Verlaine es un tipo frustrado. Que vive de la manutención que le da su suegro debido a que no puede exponerse demasiado en público. Le persigue la ley por haber participado en la comuna. Por si fuera poco, de su joven esposa, lo único que le atrae es su belleza física. Verlaine busca llenar sus vacíos en el exceso de alcohol, lo cual le provoca ataques de ira que sólo le llevan a más depresión.

Él encuentra en Rimbaud ese espíritu juvenil que ha perdido, una nueva inspiración literaria y un parche para sus vacíos existenciales. Rimbaud, por su parte, es un tipo que busca experimentarlo todo, vivir las vidas de todos para plasmarlas en poemas. Él busca en Verlaine la experiencia que le ayude a pulirse, al mismo tiempo que añadir intensidad a su vida y -por qué no-, tener quién le mantenga.

Es así que se convierten en amantes y escapan en busca de la eternidad, pero en su camino los encuentra la miseria y sus propios demonios que, enfrentados, sólo les llevan a la destrucción.

Por este lado, podemos decir que la película explora muy bien tanto la personalidad de ambas figuras, como lo tormentosa y pasional de su relación. Observamos la brutalidad de Verlaine hacia su esposa y su pequeño hijo, y luego su patetismo al llorar y arrepentirse. Vemos también el egoísmo exacerbado de Rimbaud y su crueldad hacia Verlaine, a quien agrede y ridiculiza todo el tiempo.

Él encuentra en Rimbaud ese espíritu juvenil que ha perdido, una nueva inspiración literaria y un parche para sus vacíos existenciales. Rimbaud, por su parte, es un tipo que busca experimentarlo todo, vivir las vidas de todos para plasmarlas en poemas. Él busca en Verlaine la experiencia que le ayude a pulirse, al mismo tiempo que añadir intensidad a su vida y -por qué no-, tener quién le mantenga.


El punto flaco del filme está en que deja de lado la parte más poética del asunto. Rimbaud y Verlaine eran un par de monstruos unidos, pero fueron un par de monstruos que produjeron grandes cosas a nivel artístico, especialmente en aquella temporada en que se dedicaron a matarse mutuamente. No por nada tuvieron tanta influencia en artistas posteriores.
Rimbaud influyó ni más ni menos que en André Bretón, Henry Miller, Pier Paolo Pasolini, Hugo Pratt, Jim Morrison, Luis Alberto Spinetta y Bob Dylan. En su tiempo, Víctor Hugo le llamó “Shakespeare Niño”. Por su lado, Verlaine influenció en Ruben Darío, Manuel Machado, José Martí, Pablo Neruda, entre otros. Dicho sea de paso, las dos primeras estrofas de su poema Canción de Otoño, fueron la contraseña elegida por los aliados en la II Guerra Mundial para dar señal a los franceses sobre el desembarco de Normandía.

Sin embargo, en líneas generales, creo que el filme cumple las expectativas. Su finalidad pienso que fue la de mostrar el lado oscuro del artista; ese aspecto dionisíaco, frenético, indispensable para crear una obra intensa y apasionante. Cómo la vida del artista acaba plasmándose en su obra, y siendo incluso pieza clave de la misma.
Personalmente, he seguido muy de cerca la obra de estos dos escritores, y sé que si el artista de por sí guarda demonios, ellos los tenían a la infinita potencia. La unión de ambos tenía que producir, de todos modos, una explosión sobrenatural, una suerte de comunión satánica. Todo eso, se puede ver claramente reflejado en la cinta, sobre todo en las excelentes actuaciones de Di Caprio y Thewlis.

(Publicado originalmente en: Cinematosis crónica)

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