poesiaantelaincertidumbreTítulo: Poesía ante la incertidumbre
Autor: Varios
Editorial: Visor 2011

En 2011 la editorial Visor publicó en España, “Poesía ante la incertidumbre”. Antología que reúne a ocho jóvenes poetas iberoamericanos, donde destacan, por ejemplo, el nicaragüense Jorge Galán y el español Fernando Valverde. En Perú el libro ha sido publicado por Mesa Redonda bajo su sello Taquicardia.

Por:

María José Caro

Desde que lo leí por primera vez, el libro se convirtió en un lugar al que siempre vuelvo en los días más extraños y sobre todo en días insignificantes, porque como dice el manifiesto que funciona como prólogo de la publicación: “Nuestra generación está marcada por esta incertidumbre y creemos que es necesario hacer un alto en el camino, reflexionar, mirarnos a los ojos, establecer una cercanía menos artificial más humana. La poesía puede arrojar algo de luz para alcanzar algunas certidumbres necesarias. La poesía es un modo de ajustar cuentas con la realidad”.

Comparto “La caída” del poeta granadino Fernando Valverde. Poema que sirve como una muestra clara de la propuesta intima, sin artificios innecesarios, llena de imágenes conmovedoras y evocaciones a la niñez que encontramos en “Poesía ante la incertidumbre”. Un libro que busca, como menciona el manifiesto estremecer, humedecer los ojos, alcanzar el preciosismo y cumplir con el rigor poético, pero siempre desde una relación de iguales, donde poeta y lector pueden viajar en el mismo autobús y contemplar la vida desde la misma ventana.

La caída
A mi madre

¿Recuerdas cómo mueren los pelícanos?
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del Pacífico
el agua los engulle como al plomo.

Nada puede salvarlos.

Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.

Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.

No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.

Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.

Te has sentado a mirarlos.

Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto,
lo traiciona y lo empuja.

Has venido a salvarme.

Tus brazos,
tan frágiles ahora,
cubren el cuerpo de mis nueve años
hasta tocar la orilla.

Es cierto,
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.

Deja a un lado la carne,
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.

No hay estrellas debajo del océano.

Abre los ojos,
es tan ciega la muerte que el temor te confunde.
Abre los ojos,
búscame ahora en medio de este océano,
voy a agarrarte fuerte con mis brazos,
siente cómo te aprieto,
busquemos nuestra orilla,
el mar no ha dibujado nuestros nombres,
es hoy, no somos el pasado,
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.

Nos espera la vida.

(De Los ojos del pelícano)

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