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Desde Chile, Pablo Lacroix conversó con nosotros sobre su reciente poemario «Der Golem» e hizo algunos apuntes sobre su visión tanto literaria como personal.

 

Por:

Gianfranco Hereña (@GianfrancoHR)

Der Golem, según la crítica, es un poemario bastante visceral. ¿Cómo ha logrado traducir eso en imágenes?

Que DER GOLEM sea un poemario visceral puede ser una clasificación tanto positiva como negativa. Si pensamos en la palabra “bastante”, que acompaña a visceral en tu pregunta, el tema se torna aún más complicado. Me parece que sí, el libro es visceral en su mayoría, pero no al 100%. También tenemos que pensar en qué significa realmente visceral. Hablamos de las vísceras o de esa pulsión incontrolable, esa reacción que no pasó por una edición previa, por un cuestionamiento previo. En mi caso la edición está y aún persiste, constantemente releo esos poemas y pienso en variaciones, reescribo algunos, les doy otra connotación, los saco de contexto, les doy otro sentido de escritura. La publicación de DER GOLEM en México por Sediento Ediciones trata precisamente de la edición. Que el titulo sea en estos momentos DER GOLEM o la reconstrucción de la carne habla precisamente de ese deseo por la mejora, o más bien por la actualización. El libro publicado en Chile es una incubación del publicado en México, posee otro carácter, una tonalidad que se limpia en la segunda entrega. Es por ello que digo que puede ser una clasificación positiva o negativa. Es notorio que ese libro se escribió desde las vísceras, desde las observaciones y reacciones más internas, en un momento donde estaba integrándome a una cierta madurez, literaria. Pero también es un libro adolescente, en el sentido que adolece, que sufre en cada verso y cada capítulo. Bajo esa perspectiva puedo decir que los escritos correspondientes a los años 2008 a 2011 (luego retomados el 2013) son viscerales, hay mucho órgano en esos poemas, mucha pulsión, mucha sangre y vértigo, sí, mucho vértigo por lo que significó convivir con la realidad inmediata y las zonas de conflicto que muchas veces resultaron peligrosas. La escritura del libro de hecho pudo acabar con mi carrera universitaria, estuvo al límite de congelar o reprobar un año entero, pero al final no fue así. Ahora, sobre la traducción de ese evento visceral a imágenes, la situación es doble. Primero puedo referirme a la construcción de imágenes torcidas, góticas bajo ese plano, oscuras si se quiere, aunque no creo que lo sean, imágenes que sugieren la contextualización total del libro, una espacio en donde el hablante observaba su entorno como una zona podrida, caótica, enferma y a veces deshabitada, por ejemplo en los versos del poema Clínico; “Arde el cementerio impregnado en mi aroma / La fiebre sube / la fiebre anula / Consumo pócimas / en este cuarto abandonado”, como también puedo hablar de la utilización directa de imágenes, al estilo Rorschach y otros test psicológicos, aludiendo a que el sujeto lírico en realidad no construye poemas, sino más bien manifiesta respuestas, con un tono poético, claro, ante una serie de sesiones donde el tema es el trastorno y la depresión, es por ello que el libro comienza con el siguiente poema; “La situación es esta / Te mostraré unas láminas / me dirás qué ves / ¿Qué está pasando? / ¿Qué pasó antes? / ¿Cómo termina?”.

 

Existe también un coqueteo cercano con la muerte ¿La ha visto usted de cerca?

La muerte en realidad no se ve, se percibe ¿Por qué planteo esta diferencia? Porque la palabra ver es mucho más cerrada que la palabra percibir. Los sentidos se agudizan en su conjunto al percibir un evento, en cambio al ver solo focalizamos el uso de la pupila. La muerte constantemente nos ronda y no es necesario pensar únicamente en la muerte de un ser querido, de un ser vivo para considerar la permanencia de la muerte. Lo que muere es un mar de situaciones, aspectos y reflexiones del hombre con su sombra, con el mundo y con su pasado. El tiempo también muere. Las ideas también mueren y en especial muere la voz. Cuando uno pasa por un evento traumático lo inmediato es la pérdida de la voz, la pronunciación imperativa del silencio. En el caso del libro fue una batalla muy fuerte por lograr introducir una voz en esos poemas, por desdoblar mi vida en una situación de corte estético, no solo biográfico. La literatura de por sí contiene aspectos biográficos, pero eso no quiere decir que debe ser un diario de vida, eso a la gente no le importa y tampoco creo que para un escritor debe ser importante escribir de su vida, a menos que sienta la necesidad, tanto afectiva, como social o política de elaborar un testimonio, pero eso ya posee un carácter que traspasa lo literario y su importancia no es estética, es ética.

Hay unos versos del libro que plantean este conflicto; “Soy sangre, costras, cicatrices, soy la soga. Soy lo que construyo, el festín sin cadenas de un mundo sin cuerpo, el postre biográfico que acabó con mi vida”, para culminar con otro poema que cierra esta situación; “Y recordaré en mi sarcófago que mi nombre es DER GOLEM, que he dejado de ser hombre para ser carne del poema”, es decir, la biografía debe ser sepultada al entrar en la escritura, debe perder su jerarquía en el sujeto locutor y permitir un camino entre lo vivido y la ficción que trata de la vida. Ser carne del poema es entregar la experiencia de vida a una experiencia con el lenguaje. Dejar de ser hombre, como también, ese festín sin cadenas de un mundo sin cuerpo, es en realidad un tratado sobre la muerte, es la manera que percibo la muerte y cómo nos ronda. No es la finalización de la vida, es la muerte de una idea para darle vida a otra. La muerte es un todo que constantemente dialoga con pequeñas vivencias y el poema es una lápida que contiene el pasado de una voz, la experiencia de una voz.

 

La locura y la poesía son también un maridaje casi cliché. En general, siempre se relaciona al arte con la locura y así, cada vez más se encuentran razones para justificar el arte por el arte ¿Cuan distorsionados cree usted que estamos del concepto original de lo que es arte y lo que no?

No veo distorsión porque no hay un concepto claro de arte y esa situación me parece muy coherente con el mundo en que nos situamos ahora, o en ese mundo en que nos han situado. La diferencia entre lo que es arte y lo que no va principalmente en la intención del objeto, un libro sobre medicina puede contener una portada repleta de cualidades estéticas, en cuanto diseño, pero no por eso es una obra de arte, su objetivo es otro, informar, aprender de ese contenido, procedimientos, técnicas, operaciones, etc. Una línea de moda para el verano puede contener en su interior una serie de cuadros de la época del renacimiento, pero eso no es más que un préstamo estético. La publicidad acude al préstamo estético, pero eso no es arte. Es por ello que no veo distorsión, porque lo que antiguamente se refería al concepto de arte, pensando en la técnica, en la poética, aún se mantiene pero dibujada bajo los parámetros del sentido, de la intención creativa. Lo que ocurre actualmente es que se apela al uso del arte para una producción económica, es decir, generar productos comerciales que potencian su valor en el mercado con la ayuda de un armazón estético y eso no es arte.

La relación entre locura y arte es un tópico bastante reiterado, pero no por ello menos importante. Pensar en la poesía de Leopoldo María Panero, por ejemplo, es pensar en un trabajo cuidadoso con la palabra, a pesar de su manifestación patológica. Es por ello que no creo que en el trabajo artístico como una relación intrínseca con la locura, es más, creo que en todo proceso de locura hay una cordura excepcional y la construcción de arte, en especial de literatura, trata de un trabajo más bien traumático, tal como decía Mallarmé; “la poesía es el lenguaje de un estado en crisis”, o como dijo Eduardo Milán; “la poesía es un estado de crisis permanente” y eso no es locura, es reacción y acción mediante la palabra, reacción y acción luego de un proceso crítico, traumático, doloroso en el sentido de relacionar lo vital con lo literario, o más bien, con el proceso de escribir.

 

Si tuviese que elegir, hoy, un tema sobre el cuál le gustaría hacer poesía y todavía no puede ¿Cuál sería?

Yo escribo bajo un orden específico, el trauma. Bajo mi visión todo acto de escritura trata un trauma, una zona de conflicto. DER GOLEM es en definitiva un trauma amoroso, pero también es un manifiesto sobre la construcción del sujeto mediante el habla, de la dominación del lenguaje por sobre la identidad de cualquiera, de cómo el discurso es prioridad al momento de instalar la imagen de los hombres. DER GOLEM es la lucha de la carne contra la carne del poema, batalla imposible de ganar. Mi siguiente libro, FRACTAL, que se publicará tanto en Chile como en México este año, el asunto traumático es de orden social, es el dominio de un sistema que nos roba la identidad, que nos anula como individuo. Lo FRACTAL entonces es el agente dominador. Lo que estoy preparando ahora son dos libros bastante íntimos. Uno trata de los conflictos que padecí en la infancia por mis enfermedades estomacales, como los vómitos, el reflujo y la dificultad que eso me provocó al momento de establecer relaciones familiares, el miedo, la distancia, el asco. El otro trata de la presencia de un doble, de un genio maligno que me persigue desde pequeño, como un DOPPELGÄNGER que se comunica con un montón de personajes literarios que se instalan como precursores del tópico, en este libro entonces, los niveles intertextuales son muy altos. Hace poco concreté el sentido de otro proyecto más, siguiendo el orden de FRACTAl, que prefiero mantener en secreto.

Todo proyecto poético que formulo se establece bajo los órdenes de un relato, de una línea creativa que termina irremediablemente en una narración. Si pienso en lo que me gustaría hacer en poesía, la verdad es que por el momento estoy bien. Tengo tres proyectos que quiero concretar en dos años, publicarlos no sé, quizás nunca los publique. Lo que sí estoy trabajando en un montón de cuentos, relacionados con mitos urbanos sobre sujetos en situación de calle, que ocurrieron tanto en San Fernando, mi ciudad natal, como en Santiago, donde vivo ahora, más otros personajes inventados.

 ¿Existe algún plan para llevar este poemario al Perú?

Sí. Hay algunas ideas de llevar el libro en el segundo semestre de este año, ya que voy a México nuevamente y quiero traerme unos cuantos DER GOLEM para distribuir en Chile y también en países hermanos. El año pasado casi lo presento en un seminario de literatura del terror, pero por los tiempos, especialmente por culpa del maldito trabajo, no fue posible. Imagino que ya en Mayo estaré planificando la posibilidad de ir a Perú, espero que también me ayudes en esa aventura y espero también conocer a un montón de escritores que estén en la misma línea que yo, y en caso de lo contrario aún mejor, pues así es como se aprende, como se crece y avanza. En la diferencia está la unión y cada unión es diferente la una de la otra.

 

Sobre el autor:

 

Pablo Lacroix (San Fernando, Chile, 1987). Escritor y artista performance. Profesor de lenguaje y comunicación especializado en literatura. Fundador del colectivo Mal de Ojo. Editor en Ajiaco ediciones. Actualmente colabora con artículos de literatura contemporánea en la revista CL (Comunidad de Lectores) y revista Carcaj, ambas de LOM ediciones. El año 2011 publica DER GOLEM (Libro objeto) por Ediciones Etcétera. Ha participado en varios recitales y encuentros poéticos como también en eventos de acción, instalación y ejecución performática. Parte de su trabajo ha sido publicado en antologías y revistas de Chile, Perú, República Dominicana y México. Ha sido galardonado con el Primer Lugar (2012), género poesía, en el Concurso nacional Taller Literario Gredazul, el Segundo lugar (2013), género narrativa, en el concurso regional Pablo Neruda y el Tercer Lugar (2012), género poesía, en el Concurso Nacional de poesía y cuento Alfonso Alcalde, editorial Latinoamericana. El año 2014 obtuvo la beca de creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura por el libro de poesía “Fractal”, obra que el año 2012 se le otorgó mención honrosa en el concurso nacional de poesía Stella Corvalán. DER GOLEM o la reconstrucción de la carne (2014) es su última publicación, reescritura de su primer libro que fue publicado en México por Sediento ediciones. Actualmente recibió el premio Interamericano de poesía Navachiste 2014. 

Un comentario para “Pablo Lacroix: «La muerte en realidad no se ve, se percibe»

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