jorgevargas

Formó parte de la antología «Selección Peruana (2000-2015)» hecha por Ricardo Sumalavia y pese a ser el único escritor de provincia incluido y además el más joven del grupo, Jorge Vargas se lo toma con calma, sin que tampoco esconda su entusiasmo. Venir a la FIL 2015 solo ha ratificado su compromiso de tratar de tomar lo mejor e impulsarlo hacia la Feria Internacional del libro de Cuzco, evento en el cual forma parte del comité organizador y promete novedades para su próxima edición.

Por:

Gianfranco Hereña

¿Cómo tomaste la noticia de estar incluido en «Selección Peruana», una antología de narradores que son casi una década mayores que tú?

Para mí fue una sorpresa total. Cuando Ricardo Sumalavia me escribió contándome su decisión y preguntándome si quería ser parte, yo acepté encantado. Yo no sabía que iba a estar al lado de escritores que admiro y que he leído con tanta emoción. Cuando por fin supe los nombres de los seleccionados me emocioné muchísimo. Recuerdo que me quedé viendo cómo atardecía en el Cusco, muriendo de risa. Luego me di cuenta de la responsabilidad que todo esto supone. Soy el más joven, sí. Y también tengo todas las ganas de aprender y crecer. Si hay algo que he descubierto es que todos los seleccionados son personas con un corazón humilde y abierto. Yo pensé que me iba a encontrar con escritores sobrados o pesados, pero todos tienen el corazón noble y se puede aprender fácilmente de ellos. Me gusta mucho cuando la literatura ayuda a construir personas nobles y con ganas de cambiar las cosas. Además, creo que es innegable el talento de Ricardo como escritor. Su sensibilidad ha hecho de Selección peruana (2000-2015) un librazo. Los cuentos son exquisitos y, lo que es más importante, hacen un conjunto equilibrado y poderoso.

Si la apreciación no me es inexacta eres el único escritor de provincia tomado en cuenta ¿Eso te pone la valla en alto?

Efectivamente. Soy el único escritor que ha nacido y se ha formado en regiones diferentes a Lima. Eso me pone la valla súper alto, pero no pienso desperdiciar la oportunidad. Si, de alguna manera, gracias a esta antología alguien le presta atención a mí trabajo o a mí, espero que a través de ese acercamiento conozca también a otros escritores, a otras cosmovisiones, a otros idiomas del Perú. Hay jóvenes como Giovanni Barletti de Moquegua, Álex Rivera de los Ríos de Arequipa o Efer Soto de Huancavelica que merecen ser más conocidos, porque escriben maravilloso y porque se nutren de una sensibilidad distinta. Si uno se acerca al ande, aprende que sólo se puede sobrevivir si se vive en comunidad. Si uno hace música, como también es mi caso, aprende que sólo se puede sobrevivir si se sabe trabajar en equipo. Y eso quiero hacer con esta oportunidad, trabajar en comunidad, en equipo y en servicio de otras propuestas, de otros escritores, de otras cosmovisiones diferentes a las que dominan la escena literaria peruana oficial.

Eres un trotamundos de los eventos literarios hechos a nivel tanto nacional como internacional. Asumiendo esa premisa ¿Qué impresión te ha dejado esta FIL?

La mejor. Yo vengo sin falta a la FIL de Lima desde el 2010 y, sin duda alguna, considero que esta edición ha sido la mejor. El espacio está cada vez mejor distribuido, pese a que hay más auditorios y la feria es más grande. Los eventos son de lujo. La organización es mucho más efectiva. Los idiomas andinos y amazónicos del Perú están cobrando más presencia. Tengo la sensación de que ha sido visitada por muchísimas más gente. La veo con muchísimo optimismo.

¿Y la hecha en Cuzco el año pasado?

Yo soy parte del equipo organizador de la FIL del Cusco, así que espero que mi opinión no sea del todo subjetiva. Me parece que la primera FIL del Cusco ha significado un hito importante para la ciudad. Hubo muchos intentos de hacerla, desde hace varios años, pero sólo con el compromiso del Ministerio de Cultura a través de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco fue posible realizarla. La idea es que con el tiempo, esta feria se posicione como un evento cultural emblemático a nivel latinoamericano. Nos gustaría seguir trabajando el tema de los idiomas del Perú. Viendo nuestra realidad lingüística (47 idiomas, entre 4 y 6 millones de hablantes) es urgente que existan más espacios para la difusión de nuestros idiomas. Conociendo casi todas las FIL del Perú y varias de Latinoamérica, la FIL de Cusco ha nacido sumamente grande y robusta y este año se viene con todo. Será más grande, te lo aseguro, con el apoyo de todos los escritores del Cusco, de todos los artistas. Sólo si todos nos sumamos y empujamos el coche hacia una misma dirección, la FIL será más grande y hermosa.

Jorge Alejandro Vargas Prado (Cusco – Perú, 1987) Estudió Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Fue editor desde los 17 años junto al Grupo Editorial Dragostea. Ha publicado Cuentos (Grupo editorial Dragostea, 2006), Para detener el tiempo (Grupo editorial Dragostea, 2008), Kunan Pop (Cascahuesos, 2010) y T’ikray (Grupo editorial Dragostea, 2013). Como traductor y antologador destacan Vello húmedo – Recopilación de literatura erótica masculina (Grupo editorial Dragostea, 2007), Otoño y otros poemas de la rumana Ana Blandiana (Grupo editorial Dragostea, 2008) y Qosqo qhechwasimipi akllasqa rimaykuna (junto a Luis Nieto Degregori y César Itier, Centro Guaman Poma de Ayala, 2012). Su trabajo ha sido reconocido con publicaciones en revistas virtuales y de papel en el Perú y en el extranjero, así como con premios en poesía, cuento y videopoesía. Actualmente se dedica al fortalecimiento y difusión de los idiomas andinos y amazónicos del Perú y a la música con la banda Chintatá y su proyecto de arte sonoro en solitario Ishishcha.

¿Cómo ves la movida de las editoriales independientes cusqueñas?

Aún tibia. El caso de Cusco es extraño. Considero que a diferencia de otras ciudades, los más jóvenes no logran concretizar sus proyectos. Hay tímidos intentos de hacer revistas que desparecen muy rápido. No hay editoriales jóvenes serias, es más, creo que no hay editoriales jóvenes. Sin embargo, tenemos a la editorial Ceques de la reconocida escritora Karina Pacheco que está haciendo un excelente trabajo. No solo editorial, sino también conceptual. Ese proyecto me parece el más serio y el más encaminado. Por otro lado, también está nuestra gran tradición de revistas literarias o de investigación. El caso más emblemático es el de Sieteculebras, revista icónica dirigida por el incansable Mario Guevara hace ya más de 20 años. También está el trabajo que hace Carlos Sánchez Paz o Luis Nieto Degregori en favor de las revistas y el mundo académico. Crónicas urbanas, Revista Andina, Allpanchis son revistas con la tradición y seriedad que no he visto en otras ciudades. Entonces, creo que a los más jóvenes les falta trabajar más seriamente. A veces me apena eso. Nadie dice que los jóvenes escritores cusqueños dejen de tomar y de trasnocharse, pero la labor creativa o editorial implica muchas cosas más allá de eso.
¿Consideras que hoy se vive una revalorización del quechua como lengua tanto en literatura como en otros aspectos más académicos?

Sí. El término «revalorización» me causa cierta incomodidad, sin embargo, es innegable que el panorama para nuestros idiomas, no sólo para el quechua, ha cambiado en los últimos 5 años. La vergüenza va disminuyendo y el interés va en aumento. Lo que más me gusta es que esta explosión no viene creando distancias culturales. Es decir, los idiomas se están reforzando, pero esto quiere decir que nos estamos dividiendo. Lo lindo es que hay una sensación de que uno puede ser «más peruano» si habla quechua o asháninka o shipibo. Y un asháninka puede aprender quechua y un quechua puede aprender matsiguenka y un yine puede aprender asháninka y un castellano hablante puede aprender quechua y yine y así hasta el infinito. Siento que así se quiebra esta idea de «una nación, un idioma». Tenemos esa suerte. Nuestra diversidad, por primera vez, nos está uniendo y nos está haciendo más fuertes.

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