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Título: La parte inventada
Autor: Rodrigo Fresán
Editorial: Random House, 2014

Empezaré diciendo que las 559 páginas de este libro conforman un laberinto. El laberinto de la mente de un genial escritor. Donde en vez en de angustiarse por llegar al final, uno se abandona al placer de recorrerlo paso a paso y a veces perderse en la exploración de una frase. Un homenaje a las lecturas que nos marcaron. Y también una denuncia a una sociedad que mira con desdén el hacer una pausa para reflexionar y comunicar algo que vaya más allá de un tweet.

Por:

Sebastián Uribe Díaz

Dividida en tres partes como las otras novelas de Fresán , «La parte inventada» abarca una galería de extraños y entrañables personajes y episodios que por momentos parecen inconexos entres sí, pero que en su conjunto conforman una obra heterogénea, que lucha por abarcarlo todo y sale airosa de la lucha. La primera parte «El personaje real», se adentra en la infancia como un momento clave en la vida de todo hombre, donde la la curiosidad y la capacidad de asombrarse son elementos que distan aun muy lejos de perderse. Cuando el descubrir muchas cosas es un generador de felicidad al igual que el de jugar con las respuestas ante cuestiones tan misteriosas como «¿Es la aureola rodeando el cráneo de Jesucristo la representación gráfica de la poderosa migraña causada por la corona de espinas?¿Por qué los dedos de la mano tienen nombre y los del pie no?¿Por qué las personas pegan fotos de sus seres queridos en las puertas de sus refrigeradoras?¿Los consideran materia fría o alimento para calentar?», haciendo de la memoria un refugio en el cual nos guarecemos de tanto en tanto protegiéndonos ante las dificultades de crecer y volvernos adultos, cada vez menos propensos a una visión lúdica de la vida.

Porque el recordar no es otra cosa que una ligera mutación del olvido, muy personal y muy privada. Tachamos, reescribimos, corregimos, alteramos el orden y calibramos intensidades y voltajes de escenas y escenarios. Así, el pasado es,siempre, un work in progress: un manuscrito inconcluso y, finalmente, una obra póstuma a ser retocada por extraños.

La segunda parte, dividida a su vez en cinco episodios, podrían ser tomados como la exploración en torno a la creación de una novela. Desde la historia de la cercanía/distancia emocional del Chico y la Chica, unidos por el amor a la literatura y la admiración a un Escritor legendario, la historia de Penélope, la loca hermana del Escritor y sus encuentros y desencuentros con esa familia tan disfuncional pero tan representativa de la actualidad como es la familia Karma (tan memorable como los Mantra), la de un escritor a la mitad de su vida que lidia con los demonios de la enfermedad y la cada vez más cercana muerte, la de F.Scott-Fitzgerald y una vida que se entremezcla con la ficción de su obra, los intentos de un músico por crear un fuerte vínculo con su hijo a través de la admiración hacia Pink Floyd y la ciencia ficción mientras un viejo amigo se mete a jugar con su mente; y finalmente la de un joven lector que explora todas las influencias que rodean su vida mientras recuerda su relación con otro joven y misterioso escritor Ismael Tantor.

Recorremos todos estos peldaños (hacia arriba o hacia abajo, depende del lector) para llegar a «La persona imaginaria»,la tercera parte, donde lo que más destaca es la voz del Escritor (Fresán elevado a la máxima potencia) gritando todo lo que le disgusta y desencanta del llamado «desarrollo y evolución» de la Humanidad. Una crítica válida a las cada vez menos sociales «redes sociales» como Facebook, Twitter y Whatsapp. Sin contemplaciones a la generación de los pulgares gordos. Pero también una indagación inteligente sobre el significado de leer y escribir hoy en día: ¿Sigue siendo trascendente?¿Cual es la finalidad de una obra literaria?¿Está a salvo el destino del libro? ¿Se extingue la experiencia única de leer , usando un Kindle? Múltiple preguntas que quedarán rondando en la mente del lector.

«Ahá, El Chico está enamorado de La Chica. Un amor no correspondido que es algo así, piensa El Chico, como algo parecido a eso que sienten aquellos que han perdido un brazo o una pierna. Pero no el fantasma de algo que alguna vez estuvo allí y ya no, sino el fantasma de algo que jamás se tuvo y que se desea tanto tener. Ese amor violento y triste que acaba siendo la perdición de los mejores monstruos. De Drácula y del monstruo de Frankenstein y de La Momia y de El Fantama de la Ópera y de El Hombre Lobo y de La Criatura de la Laguna Negra y de La Mosca y de King Kong y de tantas otras mutaciones sucumbiendo a la más apasionada radiación de tantas Bellas. Un amor que no es ciego pero que sí alucina. Uno de esos amores que no es que no se equivoque sino que , desde el principio, es una equivocación. Un amor que no acierta y que sólo da en el blanco cuando falla, cuando deja de ser amor para haber sido amor y se lo puede contemplar desde lejos, con cierta distancia y se descubre, como corresponde, que fue siempre un amor no correspondido.»
(Rodrigo Fresán en «La parte inventada»(pág.66) )

Hay que decirlo, no es fácil seguirle la pista a Fresán si no es un lector que no haya disfrutado de sus otros libros (como Mantra o El fondo del cielo, por tomar sólo algunos) o un lector de verdad a secas, capaz de no sucumbir ante la densidad y posible complejidad de una obra. Y esto es una señal de respeto que siente el autor por el lector, no considerándolo como un mero consumidor al que se le debe vender como sea un libro vacío en su contenido (» Lo que importa ahora no es el contenido sino el envase»), en tiempos donde se enseña a hacer las cosas con prisa y velocidad, donde la tecnología avanza y avanza, dejándonos atrás por momentos, incluso en el campo de la literatura, cuyas fronteras se ven acechadas por la avalancha de «best-sellers» de dudosa calidad que van saliendo al mercado y donde se publica cada vez más banalidades, tratando de complacer al lector de forma equivocada en vez de retarlo a usar toda su atención.

Si por primera vez se coge un libro de Fresán, hay el peligro de caer en la sensación equivocada de sentirse abrumado con tantas referencias, que van desde «2001, Odisea del espacio» hasta The Kinks, de Bob Dylan a Joan Vollmer, la musa de los beats, entre otros, incluso el fantasma de Roberto Bolaño colándose por ahí. Pero créanme: la pluma de este autor argentino no atosiga sino que invita a la exploración, a volver a ser como niños.

Ambiciosa y original, «La parte inventada» se hace un lugar descollante entre la narrativa contemporánea. Un estilo que se impondrá a la trama cuando volvamos a este libro en nuestros recuerdos. Hay rabia, humor, amor, cólera, desencanto, nostalgia y vitalidad, tratando de mostrar que la literatura nos saca del estado pasivo de esperar sentados y con aburrimiento a la muerte para dotar de belleza nuestras vidas. Habiendo aun autores como él, la buena literatura está muy lejos de morir.Muy lejos. Lo invito a descubrir ahora cómo funciona la mente del lector frente a este libro. Es hora de «La parte del lector».

Compartido vía: El perro romántico 

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