bajolasombra

(ENTREVISTA) Camina por los stands y se detiene apenas me reconoce. Me estrecha la mano y lo observo; pelo corto, mirada fija, libros apiñados bajo el brazo. El autor de “Bajo la sombra”, Jack Martínez, estaba “de paso y sin escalas”, admitió él mismo, sonriendo, mientras sostenía con el pulgar el asa de una mochila que lo acababa de acompañar a un viaje relámpago. Era momento de conversar, por fin, tras meses de haberle publicado una reseña.

Por:

Gianfranco Hereña

Bajo la sombra ha sido tu primera novela. Sin embargo, su recepción ha sido bastante buena.

Me ha sorprendido bastante porque varios narradores que han publicado su primer libro hace cinco o seis años no han tenido el éxito debido. Pero esta vez ha sido distinto, la movida independiente ha crecido y eso es bueno. Sobre todo porque yo ya llevaba dos años y medio viviendo en EEUU y existía el miedo que en mi propio país no me reconocieran. “Bajo la sombra” ya va a cumplir un año y los ejemplares  se están agotando. Estoy contento con el resultado.

Imagen tomada de: Leeporgusto.com

¿Atribuyes parte del crecimiento a la movida de los autores en redes sociales?

Bueno, hay que tener en cuenta algo. El universo cultural peruano es mucho más pequeño en comparación a otras metrópolis. Y entonces yo no sé si hay más gente interesada en lo cultural que se entera por medio de un diario o más bien se entera por espacios virtuales tipo Lee por Gusto, tu página misma…entonces vemos que ahora ya existe cierta conexión directa que antes era imposible. Los autores tienen fan page. Le dan like a tus publicaciones. Entonces no podemos negar que la influencia es muy grande.  Al público lector directo se le puede llegar más por este medio, indudablemente.

«Hay un mito acerca del buen momento de la literatura latinoamericana en Estados Unidos».

Como todo joven, ambicioso, ¿Tenías planificado publicar con una independiente o preferías tentar suerte con alguna editorial grande?

Yo antes de publicar lo único que pensaba era en terminar este texto y no me interesaba con que editorial. Solo quería que salga. Incluso yo había hablado con otras editoriales del interior del país. Al final, gracias a la recomendación de un amigo mío (Francisco Ángeles), también autor, me incliné por Animal de Invierno y no me puedo quejar. Han hecho un excelente trabajo. Con respecto a una editorial grande ni se me pasó por la cabeza. No era como ahora que las trasnacionales han llegado al país.

¿Y por qué no pensar en una editorial estadounidense?… ya vivías allá.

Hay un mito acerca del buen momento de la literatura latinoamericana en Estados Unidos,  cuando la verdad es que el mercado estadounidense es bastante exigente y no solo eso, prefiere mucho los libros publicados en lengua original. La librería más grande de Nueva York apenas le dedica un estante a la literatura en español, el resto es en inglés. A ello tienes que sumarle que hay narrativa de todas partes del mundo y el mercado al final termina siendo pequeño y muy diversificado. No es rentable una publicación en Estados Unidos. Al final, hacerlo se convierte en algo más simbólico. No se llega a tantos lectores.

Y bueno, ahora continúas con el doctorado. La pregunta va de cajón ¿Estar sumergido en el ámbito académico no “endurece” la prosa? ¿No te “agota” creativamente?

Es una pregunta muy difícil de responder. Pero no dejas de tener razón en algo y es que la exigencia te genera por descarte un cansancio del que es imposible rehuir. El umbral de la creatividad desciende cuando uno se encuentra así. Sin embargo, a mí siempre me gusta equiparar ese trabajo del doctorado a cualquier otro trabajo. Por ejemplo, hay escritores son administradores,  abogados, economistas, otros que no se quieren desligar tanto optan por la docencia que por más que uno diga tiene que ver con literatura tampoco es tan así. Tiene que ver más con preparar la clase, ver el método pedagógico…entonces llegar a casa y escribir es más un acto de relajación. Te libera del estrés del trabajo diario.

Interesante, porque eso me resulta contradictorio. Muchos piensan más bien que el escribir es un proceso doloroso, incluso en algunos casos frustrante…

Mira, para mí eso es relativo. El “Bolañismo” que firma frases tipo: “El verdadero placer es leer, no escribir”, le ha hecho daño a algunos jóvenes. Si vas a hacer algo que te produce algo en contra de tu salud misma, pues es preferible no hacerlo. Si la escritura no te va a generar placer, y con eso no digo que no implique un esfuerzo, que de hecho lo demanda, pero el placer pasa por ver un texto bien hecho, que te genere algún tipo de satisfacción.

El “Bolañismo”

que firma frases tipo:

“El verdadero placer es leer, no escribir”,

le ha hecho daño a algunos jóvenes.

¿”Bajo la sombra” te produjo ese placer?

Bueno, el tema de concluirla fue eso. Desde que tenía 16 años y empezaba a escribir cuentos, uno cada vez se pone la valla más alta y los cuentos que me planteaba eran a veces tan exigentes que no lograba cerrarlos. Entonces debido al ritmo de vida aquí en Lima, opté por dejar de escribir por unos cuatro años más o menos. Solo volviendo a Estados Unidos sentí las ganas de volver a hacerlo pero también estaba el miedo de no concluir algo. Habré comenzado a escribir cinco o seis novelas en todo ese tiempo y no lograba continuarlas. Entonces mi satisfacción pasó por haber terminado algo. Me senté a escribir y no paré. El 80% de la novela la escribí de un tirón y en un período complicado, porque eran exámenes finales en la universidad. Entonces, digamos, que ver que valió la pena me generó una doble satisfacción.

Se trata de una novela en la que ves a la violencia como algo actual, no tanto del pasado ¿Vivir afuera ha cambiado un poco esa perspectiva que tienes sobre Lima?

Yo creo que sí. Es decir, a mí siempre me ha gustado hablar sobre violencia urbana, pero digamos que hubo un cambio. Y el cambio quizá no se dio con Lima sino conmigo mismo, que al venir de una realidad distinta me topé con una ciudad que de pronto me resultó violenta. Más hostil incluso de lo que la recordaba. Hay escenas en el libro en las que el protagonista, de manera sutil, responde a estas interrogantes. No es que alguien nazca delincuente, se convierte en uno por necesidad, por algo que hubo en el pasado. Había que escarbar en el pasado de esos personajes y creo que lo logré.

 

 

 

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