Por:
Gianfranco Hereña Rodriguez
El barrio siempre será una fuente inagotable de historias. En ella nos podemos zambullir para beber de recuerdos y anécdotas gloriosas, capaces de revivir nuestras más grandes aventuras adolescentes. Sin embargo, éstas pueden también ahogarnos en un pasado que todavía nos corta la respiración, como si en él se encontraran todas aquellas cosas que hemos decidido olvidar para no caer, de nuevo, en un remolino violento de miseria personal. Es un arma de doble filo.
Quizá por eso algunos autores recurren a ella como introspección y otros, como Diego Trelles, la usan para retratar, bajo distintas perspectivas, el romance, la tragedia, el desencanto y el infierno personal. Todo esto en un escenario que hasta ahora nos genera una especie de reflujo político (hablo los años noventa y del gobierno de Fujimori).
Bien podría haber empezado por resumir la historia que vertebra gran parte de esta novela (el triángulo amoroso entre «El chato», Mango y Laurita) pero he preferido dejarle esa tarea a ustedes, quizás porque son tantas las voces que confluyen y se mezclan que sería muy difícil coger una y señalarla como la principal.
Pero si acaso me tocara señalar un elemento en común, ese sería, sin lugar a dudas, la presencia de las drogas. Siempre están presentes como detonante a la caída y quienes la proveen son, en cierta medida, una especie de pequeños héroes, vendedores de pasajes que permiten escapar de la dura realidad en la cual yace el Perú. Algunos de ellos, como Hudson y «Maravilla», representan el vivo retrato de la decadencia y engloban parte del sentimiento truncado de la época (Hudson, el escritor frustrado y Maravilla Martínez, la promesa del fútbol peruano que se perdió).
«Hudson el redentor» hace méritos al potencial narrativo de Diego Trelles que (esta es una opinión a título personal) hace un homenaje discreto a los maestros del «Boom Latinoamericano», lo digo por los saltos de tiempo y porque cada relato, tal cual señala Pablo Brescia (citado además en la web personal de Trelles), es: un circuito de historias todas relacionadas y todas independientes, simultáneamente.
En 122 páginas creo que se cumple el objetivo de permitirnos ingresar en los distintos universos de cada personaje. Para ser mi primera experiencia leyendo al autor, debo afirmar que ha sido una experiencia grata y que si no me explayo más es (como últimamente ha sido) por factores de tiempo. La recomiendo.
No he tenido oportunidad de leer a Diego Trelles, pero sé que tiene una pluma prodigiosa, por lo que me animaré a leer esta novela que presentas. Gracias por compartir tu reseña.
Un saludo
El libro es una coedición de La Travesía Editora y Animal de invierno