Título: Hotel Pekín
Autor: Santiago Gamboa
Editorial: Seix Barral



Reseña hecha por:

Eduardo Estala Rojas

En el mes de julio llegó a mis manos la novela «Hotel Pekín» de Santiago Gamboa (Bogotá, Colombia, 1965) gracias a mi amiga colombiana Luisa Fernanda Gil. Siempre me ha parecido un acto de magia el hecho de que los libros viajen a otras ciudades o países a través de la complicidad de los amigos. Luisa Fernanda presta sus libros y pide que después de leerlos los envíes a otro amigo que viva en otra parte del mundo. Maravillosa forma de incentivar la lectura y compartir uno de los mayores tesoros que existen en la tierra.


El también autor de «El síndrome de Ulises» narra la historia de Francisco Munévar, un colombiano nacionalizado estadounidense que decide cambiar su nombre hispano por uno anglosajón: Frank

Munévar encarna la voz de alguien que llega en busca del “sueño americano”. Es un estudiante de posgrado. Con el cambio de nombre pretende no parecer lo que es en realidad: un latinoamericano. Decide entonces ceñirse a las normas que exige la sociedad estadounidense y dejar de lado, también, a su particular acento colombiano. Sin embargo, los chinos le revelan otra cara de la moneda, aquella en donde la cultura y las tradiciones de tu país de origen terminan siendo una fortaleza y no una desventaja. 

Cada personaje representa virtudes y problemáticas contemporáneas donde Gamboa adquiere, por momentos, una buena narrativa que le permite contar con solidez la historia. Destaco el personaje Li Qiang, que considero es el más logrado de todos. Me centraré en algunos diálogos que sostiene con Francisco Munévar. Es aquí, desde mi punto de vista, donde encontrará el lector la esencia de la novela:

Frank : “Ustedes aquí en China tienen una unión muy fuerte con el pasado, ¿no es verdad?”

“Todos los pueblos la tienen, estimado profesor, en mayor o menor medida, pues el pasado es el origen de todo. La diferencia es que algunos lo ignoran. Conservar la historia depende de la gente como usted y como yo, y de lo que podamos transmitir a nuestros hijos. Es el verdadero origen de la educación”, responde Li Qiang (p. 93).


Más adelante Li Qiang le pregunta a Frank: “¿Y por qué motivo, si puede saberse, renunció a todo eso y se fue a Estados Unidos?”

“No fue una renuncia sino un alojamiento. Fíjese, uno sale a hacer estudios a otro país, se amolda a la sociedad a la que llega y pospone el regreso. Surge la oportunidad de un buen trabajo y la vida personal se hace compleja, aparecen historias de las cuales no es fácil prescindir. Entonces uno se va quedando año tras año, no con una idea muy precisa de estar renunciando a nada, sino viviendo su realidad, como hace todo el mundo dentro y fuera de su país de origen”.


Li Qiang contesta: 

“Es una lástima privarse de algo tan profundo como la relación con su propia cultura. El sentido de pertenencia y la asunción de un destino colectivo son para mí tan necesarios como el aire. No podría vivir fuera de China y mucho menos renunciar a ella”.


Después Li Qiang le formula dos preguntas esenciales: 

“ ¿Ya fue a Colombia a llevar este curso?, ¿qué le ha aportado a su país a cambio de lo que él le dio a usted?”

“Disculpe, señor Li Qiang. Creo no haberle entendido, ¿Usted sugiere que le debo algo a Colombia?”, responde perplejo Frank.

 Por supuesto, estimado amigo. Fueron esa región y esa comunidad las que le dieron identidad y su modo de ver el mundo y de ver la vida y la relación con los otros. Fue allí donde se formaron sus gustos, por aceptación o rechazo y ahí donde adquirió un lenguaje que le enseñó a comprender las cosas, ¿le parece poca deuda todo eso?” (pp. 96-98)



Si bien, varios capítulos dan mucho que desear, este libro cuenta con un lenguaje básico para todo tipo de público. Hay datos destacables, pero también hay debilidad en algunos elementos narrativos que pueden encender alertas en un lector crítico y exigente. 

Amor, la identidad como patrimonio , el capitalismo y los contrastes existentes entre ambas culturas.  Todo cabe en esta publicación. El resultado es una buena mixtura (algo muy típico del autor). 

Eduardo Estala Rojas



Poeta y crítico cultural. Ha sido Asesor Invitado del V Coloquio Nacional Efraín  Huerta, 2010, VIII Encuentro Nacional de Estudiantes de Lengua y Literatura, 2010, Universidad de Guanajuato, México; IX Festival de Literatura del Noroeste, 2011, CECUT, Tijuana, Baja California, México.Es el Asesor del II Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez, a efectuarse del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2012, en Ciudad Juárez,Chihuahua, México. Radica en Nottingham, Reino Unido. 

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