Hablar de Reynoso es hablar, también, de un clásico literario peruano como «Los inocentes». Sin embargo, encasillarlo era un sacrilegio que no me podía permitir y me atreví a seguirlo en «Octubre no hay milagros» y ahora en su más reciente publicación «En busca de la sonrisa encontrada».

A través de ella, Reynoso logra reivindicar su calidad de narrador. Su facilidad para describir y adentrarnos en los distintos viajes que realiza por todo el Perú, solo confirman que estamos ante un autor que merece, con mucha justicia, el homenaje que le acaba de realizar la Casa de la literatura Peruana.

Tacna, Pucallpa, Pacasmayo, Lima y algunas otras ciudades, conforman una larga estela de paradas en las que sumergidos bajo una prosa sencilla, audaz y sobre todo musical, nos detendremos para analizar los distintos rostros que conforman a nuestro país, su pensamiento, su forma de hablar y de sentir.

Si alguna crítica habría que hacerle al texto es, de pronto, al episodio en el que se explaya inútilmente sobre el viaje a la China y pierde intensidad narrativa.  Es una parte que debido a la riqueza que en ella se encuentra, es casi opuesta a la brevedad que tienen los otros relatos.

Es cierto, a estas alturas de su carrera nadie puede dudar en señalar a Reynoso como uno de los autores nacionales de mayor prestigio en la actualidad. La impronta poética en su narrativa es evidente a lo que él mismo ha señalado en una entrevista para Suplemento Cultural: «….pero en realidad esta búsqueda del lenguaje poético en la narrativa viene desde mi primer libro, “Los inocentes”. En todos los libros que he escrito podrás encontrar un acto poético, no es simplemente el contar un acontecimiento, sino contarlo bellamente».

Otras opiniones:

«En este libro, como es ya casi un caro propósito de Oswaldo Reynoso, trabaja el nivel lírico de la prosa, es decir busca una tensión poética entre lo que describe y la forma que lo hace». (Diario La República).

«En busca de la sonrisa encontrada está conformado por un conjunto de relatos que dibujan de manera poética y apasionada el paisaje milenario del Perú. Paisaje, nos dice el autor, cuya esencia no se encuentra en las campiñas, ríos, andes, costumbres o ritos tan conocidos por todos, sino en la sonrisa siempre resplandeciente de los jóvenes pobres que pueblan nuestra patria, aquella sonrisa presente en todos lados y, sin embargo, siempre ignorada, olvidada por la sociedad» (Perú.21)

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