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«El novelista colombiano se centra en una sola historia (la de Mallarino), para mostrarnos a través de su caída en desgracia, cómo el lastre del pasado termina siendo una sombra de la que no podemos desprendernos ni abandonar. Así, las decisiones que tomamos bajo convicciones sobre las que no tenemos duda alguna, pueden hacer que nos arrepintamos el resto de nuestras vidas sin dejarnos opción. El pasado, aquí, es algo que no se puede borrar, una tragedia aún más grande cuando la memoria está ahí, siempre acusándonos».

Por:

Sebastián Uribe Díaz

La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda

Gabriel García Márquez

“Las reputaciones” (Alfaguara, 2013) es la más reciente novela publicada por el novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez. Narra la historia de Javier Mallarino, una figura emblemática del mundo de la caricatura política que ha llegado al otoño de su vida siendo temido y respetado, incluso por los gobernantes que suele ridiculizar a través de sus viñetas. Un día recibe una llamada avisándole que va a recibir uno de los más grandes reconocimientos que es capaz de otorgar el Estado. Esa misma noche, se encuentra con Magdalena, su ex esposa, y luego de una velada estupenda a su lado, parece sentir una mezcla de orgullo y lo que podría denominarse como un estado de tranquilidad y satisfacción por sus cuarenta años de carrera. Mas como en todas las buenas historias, es un evento como la visita de una joven admiradora y periodista, el que, disfrazándose de inofensivo o nimio, desencadenará una retahíla de dudas y preguntas, cuestionamientos sobre la vida misma y sobre la certeza de aquello que es lo único de lo que podemos sentirnos dueños absolutos: la memoria.

“Todos conocían el espacio donde había estado siempre su caricatura: en el centro justo de la primera página de opinión, ese lugar mítico adonde van los colombianos para odiar a sus hombre públicos o para saber por qué los aman, ese gran diván colectivo de un país largamente enfermo”

Como en los “Los informantes”, “Historia secreta de Costaguana” y “El ruido de las cosas al caer”, sus anteriores y geniales novelas, Vásquez vuelve a indagar en el pasado de un individuo para explorar la tragedia de un país, los defectos de toda una sociedad y pone en entredicho nuestras creencias sobre la veracidad de nuestros recuerdos.  Desenmascara nuestra obsesión por ajusticiar y ver humillados a aquellos que ejercen poder e influencia sobre nosotros.

“… en este país amnésico y obsesionado con el presente, este país donde ni siquiera los muertos son capaces de enterrar a sus muertos. El olvido era lo único democrático en Colombia: los cubría a todos, a los buenos y a los malos, a los asesinos y a los héroes, como a la nieve en el cuento de Joyce, cayendo sobre todos por igual.

El novelista colombiano se centra en una sola historia (la de Mallarino), para mostrarnos a través de su caída en desgracia, cómo el lastre del pasado termina siendo una sombra de la que no podemos desprendernos ni abandonar. Así, las decisiones que tomamos bajo convicciones sobre las que no tenemos duda alguna, pueden hacer que nos arrepintamos el resto de nuestras vidas sin dejarnos opción. El pasado, aquí, es algo que no se puede borrar, una tragedia aún más grande cuando la memoria está ahí, siempre acusándonos.

“La memoria tiene la capacidad maravillosa de acordarse del olvido, de su existencia y su acecho, y así nos permite mantenernos alertas cuando no queremos olvidar y olvidar cuando lo preferimos.”

Mallarino, en el recuerdo de una noche termina cuestionando toda una vida de firmes creencias. ¿Cuántas veces no nos hemos detenido a pensar en aquellos eventos de nuestra vida a la que antes no habíamos dado importancia o que habíamos intentado olvidar, y que terminan golpeándonos repentinamente? ¿No es terrible cuando la tranquilidad que nos brinda la certeza de nuestros recuerdos, se ven acusados de ser falsos? ¿Cómo sabemos al fin y al cabo, cuánto de lo que terminamos recordando de verdad pasó y cuanto es una mera construcción ilusoria que elaboramos como protección ante la dolorosa realidad de nuestras vidas? Y así es que van surgiendo una cadena de preguntas.

También  recuerda la separación de su esposa Magdalena, la vida actual de su hija Beatriz, las relaciones con sus familiares y su entorno más cercanos de amigos y se pregunta “¿Valió la pena?”. Aquí es donde aquello que empieza siendo una tragedia personal, termina multiplicando sus consecuencias a los demás como en “Los informantes”, por ejemplo, donde las miserias de la Segunda Guerra Mundial terminaron viajando y haciéndose presente en una sociedad como la colombiana, a un océano de distancia. Es por ello que de la intimidad en la literatura podemos partir para esbozar un retrato de la Humanidad.

El poder también se da maña para hacerse presente en esta historia. El poder y las miserias que se pueden derivar a partir de ello. Ya sea el poder de un caricaturista sobre un político. El de un director de periódico sobre un caricaturista. El de un político sobre el ciudadano de pie. El de todos los ciudadanos de a pie sobre un político. Acá el poder va cambiando de cara, pero nunca desaparece, presente desde la censura de una caricatura hasta en la búsqueda de toda una sociedad por humillar a sus figuras más representativas, en ese placer grotesco de ver caer y embarrarse a alguien que presumía ser incólume. El poder del miedo, pero también el de una pluma.

Tal vez esta novela escrita con la prosa elegante que caracteriza a su autor, finalista de la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa y ganadora del premio de la RAE 2014, no sea la mejor de Juan Gabriel Vásquez para muchos críticos, pero yo la considero una puerta inigualable a través de la que cualquier lector de este texto puede acceder al magistral universo de este autor. Disfruten de uno de los mejores escritores latinoamericanos de la actualidad.

Entrada original publicada en: http://unperroromantico.blogspot.com/

Fotos tomadas de: Huffington Post y Alfaguara.

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