Título: El rumor del oleaje
Autor: Yukio Mishima
Editorial: Alianza Editorial, 2011


(RESEÑA)
Decidido a internarme en el mundo de la literatura oriental, y luego de deambular por varios tomos, me animé a tomar este pequeño libro de Mishima. De ilustración modesta y, sobre todo, un título bastante sencillo de recordar: El rumor del oleaje. Su lectura no me ha defraudado y por consiguiente, paso a reseñarlo. 

Por:

Diego Triveño

Yukio Mishima probablemente haya escrito El rumor del oleaje alrededor de 1955. La novela relata el transcurso y auge del amor entre dos adolescentes, ambos habitantes de la pacífica y acogedora isla de Utajima, en Japón, donde sus pobladores viven gracias a actividades sencillas como la pesca y el comercio.

Shinji se nos presenta como un joven entregado completamente a su trabajo como pescador y sustento de su familia, silencioso frente al resto de personas y, desde el inicio de la obra, un muchacho reflexivo y noble. Del otro lado de la isla se encuentra Hatsue, la recién llegada hija de un poblador respetado de Utajima (Terukichi Miyata), el ejemplo viviente de la vida pudorosa y dedicada. Gracias a encuentros fugaces, aquello que inició como un simple contacto en la playa cobrará mayor significado para los jóvenes. Así, Hatsue ocupará los pensamientos de Shinji durante sus largas jornadas en el mar y el joven quedará extrañamente prendado a los días monótonos de la muchacha.

‘Por la mañana, aquella extraña inquietud aún no había desaparecido, el vasto océano se extendía desde la proa, donde el muchacho permanecía en pie…’

Sin embargo, la isla contemplará con malos ojos el idilio entre ella y el pescador. El escándalo llegará a los oídos del padre de Hatsue, en parte por las habladurías soltadas por la hija del farero de la isla (Chiyoko), y este se impondrá tenazmente a su unión. Terukichi prohibirá cualquier contacto de su hija con Shinji, y le recordará el matrimonio que tiene arreglado con uno de los jóvenes más resaltantes de la isla: Yasuo Kawamoto. Shinji se las arreglará para organizar citas durante la noche y comunicarle a Hatsue sus desesperadas ganas de verla. Nada entusiasmará más al joven pescador que recibir una de las tantas cartas que Hatsue escribió para él a escondidas de su padre.

‘Así pues, cada día te escribiré una carta y la pegaré bajo la tapa de la tinaja de agua que hay delante de nuestra cocina…’

Pero Yasuo, un muchacho soberbio y de poca educación, obsesionado con Hatsue, inevitablemente verá a Shinji como un rival, más aún cuando ambos sean asignados a la misma embarcación de carga. Dueño de una gran parte de la flota de transportes de la isla, el padre de Hatsue descubrirá después del viaje el verdadero rostro de Shinji y sus valores en medio del trabajo. Y tanto él como Hatsue, al final, sabrán si tienen o no una oportunidad para consumar su amor, si un porvenir ideal los aguarda en Utajima para la posteridad.

Pienso en El rumor del oleaje y creo que a otra edad no hubiese podido disfrutarla tanto como en la plenitud de la adolescencia, probablemente sea por la cotidianidad de su anécdota y las resonancias que despierte en la juventud. Pese a la aparente simplicidad de su historia, la novela consigue transmitir elementos e imágenes con la intensidad que muy pocas logran. Creo que una primera lectura bastará para comprobarlo. Es admirable la nitidez con la que el lector podrá ubicarse en perfectos planos del espacio de su desarrollo, percibir la sensación de las olas bañando las playas de la isla y el frío y la brisa en los cuerpos de los protagonistas. Por otro lado, para muchos podrá parecerle una historia demasiado ordinaria, incluso llana y tediosa debido a las largas cavilaciones y referencias al entorno, lo cierto es que el ritmo de la novela exigirá paciencia, y la mayoría de sus hechos no transcurrirán con la inmediatez a la que Hollywood ha acostumbrado a los ojos.

Los detalles sensoriales a lo largo de sus líneas no solo contribuyen a la construcción precisa de espacios y tiempos en la novela, sino la dotan de escenarios perfectamente reconocibles e inolvidables para sus lectores: la vista desde el faro, la playa coronada por embarcaciones pesqueras, el templo y las diminutas casas del pueblo.

Ha sido mi primera experiencia con Mishima, y tras esta, definitivamente se convertirá en un autor que frecuentaré. Con honestidad, no esperaba mucho de una novela de amor, pero colmó mis expectativas y de seguro hará lo mismo con cualquier lector dispuesto a adentrarse en una historia algo inocente, pero muy bien matizada por ingredientes sencillos pero trascendentales.

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