(CINE PARA EL FIN DE SEMANA) ¿Llegó el fin de semana y no tienes planes? No te preocupes, hemos retomado esta sección en la que gracias a la colaboración de Cinematosis Crónica te recomendamos la fija para que tu sábado y domingo no sea un día muerto. A continuación, Barfly, la película de Bukowski.

 

Por:

Alexiel Vidam

Charles Bukowski escribe con las tripas. Suele desatar su rabia hacia el sistema aplastante; pero no lo hace como se suele hacer, alardeando de tomar fusil, ni mostrando su lado más “solidario” al predicar la igualdad. Bukowski busca desagradar (y  a la vez agrada). Se rebela con todo su ser, con su vida misma, que luego plasma en prosa y en poemas. Es un borracho empedernido, amo y señor de los bares y de la “escoria”, amigo de prostitutas y vagabundos. Es un tipo que se niega al trabajo, que vive de favores, apuestas. Le descubrieron de viejo, después de muchos rechazos en diarios y revistas.

Con todo y todo, sabe tocar. Sus personajes son pequeños monstruos con un fondo extremadamente conmovedor. En su simpleza y en su explicitez, está la paradoja de una sugerencia profunda, que remueve las fibras. Es la mezcla del horror y la ternura…

 

En este aspecto –el de conmover-, la adaptación de Schroeder cumple con su función.  Nos encontramos ante un borracho llamado Chinaski (Henry Chinaski, el eterno alter-ego del escritor en casi todas sus historias), un sujeto que busca broncas en los bares aunque siempre lo golpeen (sólo porque “es valiente”). Un tipo con un gusto especial por las alcohólicas, a quienes ve como “diosas en desgracia”. Mickey Rourke, en su papel, sabe transmitir esa emoción de los personajes de Buk, y Faye Dunaway, calza perfectamente en la musa venida a menos del autor. Ella es Wanda, una mujer que se va con el primero que le ofrezca un whisky. Pero ella se deja atrapar por él –hasta cierto punto-, porque él es un cerdo con aires de nobleza; porque comparte sus malas costumbres y sabe descifrar su soledad. Ambos son seres de la calle, sin modales y sin dueños, que se celan extrañamente y a su manera.

“En este país todo el mundo tiene obligación de ser algo, es como si alguien hubiera escrito una regla que dijera que todos tienen que hacer algo, todos tienen que ser algo, yo a veces me aburro de pensar en todas las cosas que no quiero hacer, las cosas que no quiero ser.”

(Chinaski)

La película tiene frases memorables, y es que “Buk”, está ahí, escribiendo cada uno de los diálogos, y volviéndolos a escribir en nuestra cabeza a la hora de observar. Sin embargo, no siento que esté en su totalidad… tal vez por detalles que la puesta en escena pasa por alto, o porque Rourke –con todo y todo- sigue siendo demasiado “bonito”. El personaje lleva en sí el lado más tierno de Buk, le falta la parte morbosa y “demoníaca”. Bukowski es un ser de contrastes, es alguien que conmueve pero a la vez perturba, que hinca con sutileza en medio de la espeluznante sordidez. A este personaje le falta ensuciarse. Le falta un poco de mierda encima para poder ser Bukowski.

Reseña completa en: http://cinematosiscronica.blogspot.pe/2013/12/historia-de-un-viejo-borracho.html

Clic aquí para ver la película completa

 

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