austin

Título: Austin, Texas 1979
Autor: Francisco Ángeles
Editorial: Animal de invierno, 2014

¿Hasta qué punto es saludable volver a los mismos lugares donde nos lastimaron? o , peor aún, ¿Han sido nuestras decisiones del pasado las correctas? Francisco Ángeles introduce un juego de expectativas que nos llevan siempre al borde del abismo y que generan, por ratos, la idea de no conocernos a plenitud . Una novela auténtica, donde el autor es un simple guía dentro del universo de sus propios personajes.

 

 

Por:

Gianfranco Hereña

Intente superar una ruptura con otra relación. Haga labores de arqueólogo sentimental y reconstruya su presente con esos hallazgos. Esta parece ser la premisa de Francisco Ángeles en su segunda novela Austin, Texas 1979. Un texto que de arranque se nos presenta introspectivo y ágil, permitiendo al lector zambullirse en la piel de Pablo, un hombre abatido por el divorcio y que busca, con la ayuda de un psiquiatra, aliviar las secuelas de esa separación.

Esta vendría a ser la primera de las tres partes que conforman la novela. En ella, el narrador se plantea una relación con Adriana (la hija de su médico). Aunque resulta un poco inverosímil cómo se genera el nexo entre ambos (simplemente se da y apenas se explica),  a la larga este hecho se pasa por alto debido a las escenas de erotismo muy bien trabajadas.

Yo empiezo a rugir y ella se lanza con decisión sobre mi sexo. Lo mete en la boca y retoma el ritmo brevemente suspendido, acelerando un poco, solo un poco más, y mi grito se convierte en un único, largo, estruendoso bramido que inunda la habitación, sale por las ventanas y se oye nítido fuera del edificio, en las esquinas y en las calles. Mientras termino esa volcánica erupción sonora la miro sin entender, la miro a ella que continúa diligente hasta el último instante. Y después de que me ha arrancado la última gota, después de que mi sexo convulsiona entre sus labios suaves, dejo caer la cabeza sobre la almohada y todo queda en blanco. (pg 38)

Queda clara la intención del autor en esta primera parte. Nos hace creer en el vínculo que empieza a cocinarse entre ambos (él, rendido ante la idea de saber que no tiene chances con su ex y ella por la necesidad de querer compartir sus experiencias con alguien). Ese mismo hilo narrativo que lleva a la hija del médico a revelarnos su mundo interior, es el mismo que se presenta en la segunda parte, cuando el padre de Pablo se reúne con él en Lima para contarle detalles sobre una relación que dejó perdida en el tiempo (un vínculo que por cierto le da nombre a la novela, pues sucede en Austin, Texas 1979).

» … Se llamaban Verónica y Angélica y eran como hermanas, dicen quienes las conocieron en esa época, dijo Adriana, dos amigas inseparables, andaban para todos lados juntas, era imposible ver a una sin la otra. Kostia venía los fines de semana a Lima para pasearse por los bares de Barranco, y en uno de esos bares las había conocido, una noche, dos chicas jóvenes, siete u ocho años menores que él, abiertas, sencillas, simpáticas, tan cercanas que con el tiempo habían llegado a parecerse. Las conoció en un bar y desde entonces empezó a frecuentarlas, le gustaba conversar con ellas sobre fertilizantes, métodos de cultivo, tipos de suelo, formas de regadío. Y al parecer en una de esas visitas de fin de semana, dijo Adriana, Kostia se reencontró también con mi padre. Parece que intercambiaron teléfonos o que de alguna manera mantuvieron el contacto, aunque todo indica que no volvieron a frecuentarse. Y en una de las pocas ocasiones en que volvieron a verse, el día que Kostia cumplió veintiocho o veintinueve años, mi padre conoció a Verónica, la mujer a la que poco tiempo después embarazó y con la que iba a terminar casándose… » (adelanto extraído de: La línea en medio del cielo)

(Foto tomada de: http://renellatastrejo.tumblr.com/post/86341636910/libros-recibidos-more-austin-texas-1979)

Los personajes de Ángeles se construyen a sí mismos. Tienen ese pacto invisible con el lector que permite una conexión inmediata a través de las memorias. Conforme avanza el texto, son ellos quienes nos advierten de sus fobias y manías. Están constantemente expresándose, desnudando- en la mayoría de los casos- una fragilidad que conmueve. Parte de esta sensibilidad tiene su origen en ciertos recuerdos de un pasado que no han logrado superar y que, aún hoy, los lleva a reflexionar sobre qué hubiese ocurrido de haber tomado otras decisiones.

Aquí es donde hay un juego de expectativas muy interesante. En determinado punto, el lector piensa que las historias se van a resolver de una maneray esa sensación se mantiene hasta el final. Cuando comprobamos, acaso de manera triste, que todo fue parte de la especulación y que la realidad no es muchas veces la que quisiéramos sino la que el autor, con muy buen pulso, nos ha arrastrado a creer.

Austin, Texas 1979 rehuye naturalmente al lenguaje complicado. Está escrita con autenticidad y cada testimonio de sus personajes es siempre una revelación, un conjunto de pequeñas frustraciones que han traído secuelas.  Recomendable.

 

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