Por:
Gianfranco Hereña
El maestro entra al aula y es “el enemigo natural de los alumnos”. La cita pertenece a Nitezcsche, pero con esto el autor no refiere, por supuesto, la posibilidad de que los estudiantes estén frente a un adversario sino a una pregunta que durante años se ha mantenido en la espaldas de los docentes como una carga difícil de llevar , ¿Cómo hacer que los estudiantes lean y no odien al docente en el intento?
Y es que durante las horas que le toque enseñar, el docente (protagonista de esta historia)- desarmado económica y socialmente- deberá de blandir su espada contra una serie de enemigos que le salen de uno en uno; colegas poco comprometidos, un plan lector deficiente y los demonios que giran en torno a su matrimonio a punto de extinguirse. Este texto es un acerba crítica contra el sistema pero también el planteamiento de un maestro que a lo largo de su trayectoria ha ensayado múltiples formas de lograr su objetivo: convertir la lectura en un recurso de salvación y no en una tarea escolar.
“Un placer ausente” es una novela a medio camino con el ensayo. Es, por decirlo así, un género híbrido que pese a ello no desentona. Todo lo contrario, agrada porque al mismo tiempo que nos topamos con un personaje al borde del colapso, que es un profesor abatido por un matrimonio en crisis, también hallamos entrevistas a especialistas que se van intercalando entre capítulo y capítulo. Una apuesta arriesgada que funciona, a veces, como una parábola en tiempos donde buscamos respuestas a un mundo donde la tecnología y medios de información parecen haber depredado el hábito por la lectura.
Eslava domina ampliamente el tema. Por ello, como recomendación personal, sugiero leerlo con una libreta al costado, dadas las incontables referencias que hace a textos que pueden ser útiles en quien pretenda alguna vez utilizarlos en sus hijos o estudiantes.
En “Un placer ausente” queda volcada también gran parte de la experiencia educadora del autor, quien además trata de cuidar el lenguaje que usa y darle, además, giros de sentencia casi poética. Cito una frase como ejemplo:
«Lo que importa ahora es insistir en la necesidad de que los docentes, a pesar del maltrato social y económico, comprendan que leer no es solo un ejercicio para incrementar el vocabulario y exhibir una mayor cultura general, sino un arma de resistencia contra la animalidad y una auténtica conquista humana».
Asimismo, hay una sátira interesante a los devaneos del plan lector y su catadura moralista en los últimos años. Eslava propone casi gags cómicos en donde el protagonista asiste a reuniones en las que todos los docentes a cargo de ejecutar una tarea tan importante, leen solo la contratapa de los textos y utilizan frases clichés como «la maravillosa historia» o «plantea valores tan sólidos como». El protagonista, un docente renegado de toda tarea que se hace por automatismo, vuelca su sarcasmo contra ellos ganándose también más de un enemigo dentro de su propia profesión.
Tengo el agrado de conocer personalmente al autor. Y sí, quizás por eso este texto tenga mucho de subjetivo (y adulón, sobón, patero, sí, díganlo) por lo que representa en mi experiencia propia el haberle conocido, lo que no quita que todo lo dicho anteriormente tenga una pizca de exageración. Por eso mismo he tratado de no hacer mucho spoiler y aunque no me atrevo a decir si es que éstas son sus memorias llevadas al peligroso terreno de la ficción, sí puedo dar un veredicto sobre la impronta que ha dejado en quienes hemos sido sus alumnos y de la validez que imprime en cada una de las frases que deja.
Más que una novela o género híbrido como bien hemos mencionado, es una guía para todos los maestros con vocación literaria y, ojalá, la piedra de apoyo para crear conciencia sobre la verdadera importancia de formar lectores desde la escuela y cuestionar, con bases, a un plan lector menesteroso, que necesita con urgencia una renovación.
